Refiere Roberto Zavala Ruiz, mexicano que durante más de veinte ha trabajado en el mundo de las publicaciones, que el autoritarismo que concedemos a las mayúsculas proviene del hecho de que en tiempos de reyes y, sobre todo, de reyes absolutistas, los documentos oficiales se firmaban con la fórmula: “Yo el Rey”, así, con mayúsculas. Sin embargo, hoy no existen reyes —al menos no muchos, ni en muchas partes— aunque, erróneamente, se sigue utilizando la mayúscula para marcar jerarquías. Así suele escribirse: Presidente, Administrador, Jefe, General, Ministro y otros (todos con inicial mayúscula).
Sucede con bastante frecuencia que, en cualquiera de nuestros periódicos, aparece en una columna la nota oficial sobre la visita de un mandatario o dignatario extranjero y, en la de al lado, una noticia relacionada; en la primera se escribe “Presidente” y en la segunda “presidente”, ¿qué pensará el lector al respecto? Los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes y a la prensa corresponde contribuir a la educación popular y, de manera práctica, divulgar esta norma; por demás, creo que es hora ya de que los directivos de los periódicos exijan que esas notas oficiales sean redactadas en correspondencia con la ortografía más actualizada, porque mucho ha variado la normativa desde los tiempos de los reyes.
Claro que todos los errores que aparecen en nuestra prensa no corresponden a las notas oficiales. Abundan aún los periodistas, historiadores, investigadores y otros tentados a otorgar más autoridad a un cargo, grado o dignidad escribiéndolo con inicial mayúscula; se ve mucho en referencias al papa y también al hablar de nuestro querido Fidel anteponiendo a su nombre el grado de comandante. Vale decir, que no nos estamos refiriendo a frases nominativas con las que se designa y reconoce a destacadas personalidades de la historia, la cultura o el deporte, como pueden ser Tormenta del Caribe, Apóstol, Generalísimo, Guerrillero Heroico o Comandante en Jefe.
Otro error bastante común relacionado con el uso de las mayúsculas tiene que ver con el nombre de los lugares geográficos. Muchas veces, las personas se guían por lo escrito en los mapas; pero no se debe olvidar que, por lo general, en estos no se diferencian mayúsculas y minúsculas. Debe insistirse que cayo, mar, valle, río, golfo, océano y tantos otros nombres genéricos de accidentes geográficos no forman parte del nombre propio del lugar en cuestión —y por tanto, se escriben con minúscula—; aunque ¡claro!, hay que tener cuidado, porque numerosos topónimos incluyen algún término genérico que, por lo general no coincide con su propia naturaleza, por ejemplo: Río Cauto y Loma Blanca son pueblos de Granma y Santiago de Cuba; Monte Barreto y Punta Gorda, playas del litoral habanero y de Sagua la Grande; La Sierra, una cayería ubicada en Santa Cruz del Sur; Puerto Esperanza, un pueblo y una bahía pinareñas; Puerto Padre, un municipio de Las Tunas y su ciudad capital; Mar Verde, nombre por el que también se conoce el pico Cardero, en la Sierra Maestra, y Cayo Bariay, poblado en el municipio de Rafael Freyre, en Holguín. Son solo ejemplos, una revisión del Diccionario geográfico de Cuba, de la Comisión Nacional de Nombres Geográficos, puede resultar muy ilustrativa al respecto, tanto en uno como en otro sentido.
En las páginas introductorias de este importante texto, que bien merece una nueva edición, puede leerse: “Cada topónimo se ordena por la primera letra del término específico, seguido de una coma, el término genérico […]” y se ejemplifica: “Ávalos, punta de”. De esa forma la inicial minúscula del genérico refuerza la idea de que no forma parte del nombre propio. De igual modo, vale la pena consultar los mapas toponímicos elaborados por esta Comisión.
Aún queda mucho por decir acerca del uso excesivo de las mayúsculas. Terminamos con un consejo: solo use las mayúsculas cuando sean necesarias: no les rinda pleitesía que no son reyes y reinas.