Confieso que dudé en escribir esta nota desde que nació en mi mente, pero -como es el caso de muchos- la conciencia puede más que las actitudes contemplativas o permisivas, más aún cuando se ha ejercido el periodismo de corazón y desde hace varias décadas, en Cuba y fuera de ella.La reticencia inicial nació en preguntarme ¿qué utilidad tiene llover sobre lo mojado? ¿No puedo ser el único en ver el sinsentido de una propaganda comercial que opaca o anula –como es el caso- el símbolo patrio que se va a representar? Pero cansarse no es de revolucionarios.
Sí, me refiero a la vestimenta del equipo que defenderá los colores, la enseña, la historia deportiva, de los cubanos en el IV Clásico Mundial de Béisbol.
Los extremos nunca son buenos, escuché desde pequeño que mis mayores advertían, sin conocer la expresión que se le atribuye al Generalísimo Máximo Gómez al caracterizar a los cubanos (nos pasamos o no llegamos). De hacer de nuestra bandera un uniforme, como ocurrió en la más reciente Olimpiada de Verano, hemos ido a no tener algo que identifique su procedencia en el frente de la chaqueta que mostraron en la ceremonia de abanderamiento del equipo.
En ningún momento ni lugar se ha mostrado la espalda de ese uniforme, con un muy desplegado Adidas en la manga izquierda, por lo que es de suponer que CUBA ocupe su centro trasero. Pero lo que se vio en televisión fue la marca de la compañía que los confeccionó. Estoy seguro que el colega Ricardo López Hevia trató de minimizar esa imagen tomando desde el ángulo derecho la foto que apareció el viernes 17 de febrero en primera página de Granma.
Esto me hizo pensar en los peloteros mexicanos de la reciente serie del Caribe –aunque no solo fueron ellos, ni nada más en ese momento- que parecían letreros andantes, porque había un anuncio comercial en cuanto espacio tenía su vestimenta.
¿Llegaremos a ese burdo reflejo de otras sociedades? Ojalá que lo de Adidas en este 2017 sea una pifia, una rolata que se le fue entre las piernas o un fly “toreado” por alguien, y no una visión muy preocupante –por su falta o no de intencionalidad- cuando de lo nuestro se trata, sobre todo en ese que decimos es el deporte nacional.