En estos días en que celebramos lo 60 años de nacimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se me ocurre escribir para Cubaperiodistas.cu sobre la revista Verde Olivo.
Fidel, Raúl, Camilo y el Che acordaron en los primeros días, después del triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, crear la Sección Política del Ejército Rebelde y con esta su órgano oficial, el semanario Verde Olivo.
Estaba cercano el antecedente de las plantas de radio y periódicos impresos multiplicados en los frentes del Ejército Rebelde y en todo el país, hasta constituir una verdadera Cadena de la Libertad, la misma que transmitió el primero de enero en voz de Fidel, su autor, la convocatoria a la huelga general para desbaratar la maniobra imperialista de sustituir a Batista por una camarilla cívico-militar.
Por mis antecedentes periodísticos me llamaron en marzo a integrar el equipo fundador – se podía contar con los dedos de las manos -en el que solo figuraban dos profesionales, Marta Rojas y Georgina Duvallón; los otros éramos jóvenes procedentes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina, como Osvaldo Ortega, José Aguilar, Carlos del Toro, Rosendo Gutiérrez y Armando Cajiao. En el transcurso de veinte años fui sucesivamente reportero, redactor de mesa, jefe de redacción, subdirector y director.
Recuerdo que el arquitecto capitán Osmany Cienfuegos, al frente de la Sección de Cultura y de la Ayudantía de su hermano el comandante Camilo, jefe del E.R, diseñó el primer número del tabloide que salió el 10 de abril.
Salía para defender a la joven revolución cubana, ya en medio de una brutal guerra mediática desatada dentro y fuera del país; para apoyar la campaña de alfabetización y lo que se denominaba entonces Capacitación Cívica de las tropas; para divulgar, en fin, las orientaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro y cuantas leyes y medidas adoptaba el Gobierno Revolucionario, con la Reforma Agraria en primer orden. Así, la revista era esperada en los campamentos, con la sola excepción por breve tiempo de Camagüey, donde el traidor aspirante a Napoleón, Huber Matos, impedía su circulación dándole el calificativo de “Rojo Vivo”.
Al crearse más tarde el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias se estructuró el Departamento de Instrucción Revolucionaria con el comandante Ernesto Guevara de jefe. Devenida órgano oficial de las FAR, Verde Olivo recibió directamente las enseñanzas del Che y publicó la parte fundamental de su obra escrita. El personal de redacción, fotografía, diseño y la propia dirección tenía una edad promedio menor de 30 años. Para aquel grupo de jóvenes, la presencia del Che fue importante en nuestra formación política y profesional, siempre con la orientación precisa y constante e inculcando el apego a la verdad como principio ético del periodismo al servicio de la Revolución.
De la revista quiso hacer “un cuerpo de ejército ideológico”, como lo llamó alguna vez. Aun siendo ministro de Industria siguió de cerca a la publicación y colaboraba con su nombre o un pseudónimo. La última entrega de su autoría a nuestra redacción la hizo unos días antes de prepararse para la misión internacionalista en Congo belga o Congo-Zaire. Se trata del hermoso ensayo “El Socialismo y el Hombre Nuevo en Cuba”, escrito para el semanario uruguayo “Marcha”, pero que el autor quiso que se publicara simultáneamente en Verde Olivo.
La revista sale como tal a partir de 1960 en lo que fuera el semanario Carteles y definitivamente junto con Bohemia en Boyeros y San Pedro .Se desarrolló parejamente con las FAR, que la editaba para las FAR y la población en general; para las unidades regulares y las Milicias, más tarde tropas territoriales de la Reserva y Defensa de la Producción. Con una frecuencia semanal y un amplio perfil editorial, seguía la actualidad nacional e internacional y servía a los fines de la preparación combativa y polìtica y la educación patriótica e internacionalista basada en las tradiciones de lucha del pueblo cubano y de otros pueblos. Sus páginas recogen la cobertura de sus corresponsales de guerra en el país y en las misiones internacionalistas. En la República Popular de Angola se publicó el tabloide Verde Olivo con destino a las tropas que operaban allí.
Destacados escritores y artistas encabezados por Nicolás Guillén colaboraban asiduamente con la publicación.
En la novena década del siglo pasado Verde Olivo, como toda la prensa nacional, recibió el impacto de las limitaciones. Su último número mensual salió en 1990.Surgió la Editorial con el mismo nombre, la que publicó en aquellas condiciones materiales útiles para el Período Especial, así como libros de investigaciones históricas y militares.
Hoy la revista se edita con una frecuencia bimestral por la Casa Editora y navega en el ciberespacio mediante el sitio web de la Defensa con una diversidad de géneros y autores, divulga las actividades de las FAR y la Defensa a la vez que presenta un amplio contenido político, cultural, militar e histórico .
Cada época tiene sus particularidades. Ayer, el colectivo de Verde Olivo se fue nutriendo principalmente de jóvenes procedentes de los ejércitos y tipos de Fuerzas Armadas que se prepararon en cursos organizados por las FAR y , ya trabajando, con las exigencias de hacer una publicación semanal, siguieron el Dirigido de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad.
Hoy, el equipo de la Revista y de la Editorial lo forman en su mayoría egresados del nivel superior, apoderados de nuevas tecnologías y con la posibilidad de recrear el lenguaje y la imagen, la forma y contenido de cada número de la publicación.
Finalmente quiero mencionar algunos compañeros con los que compartí labores en la revista semanal (ya me referí a varios de los fundadores). Para no tener que hacer una larga relación, en la que además pudiera omitir nombres, prefiero citar sólo algunos de los desaparecidos: los directores Miguel Brugueras y Luis Pavón; los redactores Orlando Contreras, Reyes Trejo, Pastor Cabera y Pérez Guzmán ; la directora artística Nora Riquenes; los caricaturistas Tejedor y Luis Wilson y el reportero gráfico Sergio Canales.
Por Eduardo Yasells