No resignados a morder el polvo de la derrota, los miembros de la
mafia terrorista anticubana radicada en Miami, intentaron preparar el
escenario ideal para que Donald Trump, nuevo presidente de Estados
Unidos, se viera obligado a romper nuevamente las relaciones con Cuba.
Para lograrlo, contaron con el apoyo de la extrema derecha del actual Gobierno que no acepta un nuevo camino para destruir a la Revolución cubana, como el seleccionado por Barack Obama, quien reconoció que casi 60 años de enfrentamiento, acciones de terrorismo de Estado, invasiones mercenarias y la guerra económica total, no dieron el más mínimo resultado, provocando el aislamiento continental de Washington.
El presente plan consistió en enviar a La Habana a la abogada Kimberley Motley, para la supuesta defensa de un elemento contrarrevolucionario al servicio de esa mafia anticubana, apoyada en su fama por haber ganado en el 2004 el concurso de belleza de Wisconsin. Como licenciada en leyes la Sra. Motley sabe que no puede ejercer su profesión fuera de EE.UU. y menos participar en actos provocativos contra el orden público cubano con visado turístico, algo que en su país la llevaría directamente a la Corte de Justicia para ser juzgada, o a un centro de detención para inmigrantes.
La campaña de prensa a partir de su retención temporal y posterior reembarque hacia Estados Unidos, se basa en crear una matriz de opinión de que viajó como abogada del seudo artista, Danilo Maldonado, algo risible pues su título solo es reconocido en el país donde se formó el profesional. Al no ser juzgada ni detenida por las
autoridades cubanas, dada la vasta experiencia que tienen en ese tipo de provocaciones diseñadas en Miami, Kimberley Motley fue enviada rápidamente a su país, y la mafia terrorista volvió a tragarse el amargo sabor del descalabro, al no poder presentarle pruebas al futuro presidente Donald Trump, para que rompiera relaciones con La Habana por encarcelar a una “destacada” norteamericana.
La evidencia de que los mafiosos estaban detrás del diseño arcaico de tal provocación, fueron sus propias declaraciones en la rueda de prensa ejecutada de inmediato, el 18/12/2016 en Miami. En la misma, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, en compañía del ex congresista Lincoln Díaz-Balart, expresaron abiertamente: “Esperamos que las concesiones unilaterales de la Casa Blanca al gobierno de Raúl Castro, lleguen a su fin cuando Donald Trump asuma el poder el 20 deenero próximo”.
Como parte de sus gastadas campañas mediáticas, repitieron nuevamente el “aumento de la represión y la violación de los derechos humanos en Cuba”, algo irreal y no observado por los tres millones de visitantes que anualmente arriban a la Isla para disfrutar de sus encantos y tranquilidad ciudadana.
Para no dejar dudas de que ellos financiaron el viaje de la abogada Motley para esa burda provocación, los tres congresistas aseguraron: “Nos sentimos esperanzados de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, pondrá fin a las recientes concesiones unilaterales del presidente Barack Obama, al Gobierno cubano”.
Para intentar presentar a Obama como “cómplice” de Cuba, Ros-Lehtinen, hija de uno de los testaferros del dictador Fulgencio Batista, dio cifras de arrestos que, de ser ciertos, hubiera que haberle solicitado al Gobierno yanqui un espacio en la cárcel que posee en la ilegal Base Naval en la provincia cubana de Guantánamo, pues no cabrían en las de Cuba.
Defraudados de no poder destruir a la Revolución en 60 años de actos terroristas y ni siquiera mermar el amplio apoyo popular ratificado durante el sepelio del líder Fidel Castro, los hermanos Díaz-Balart, hijos del quien fuera ministro del interior del sanguinario régimen batistiano, se sumaron los desvaríos de Ileana Ros, repitiendo el estribillo de que: “Tras dos años de concesiones sin fin, la actual política hacia Cuba ha servido solamente para empeorar la situación en que viven 11 millones de cubanos, pero eso va a cambiar muy pronto, porque el presidente Donald Trump, ha dicho múltiples veces, antes y después de las elecciones, que va a cambiar la política y exigirle concesiones a Castro”. Finalmente se lamentaron de “la asistencia otorgada por Obama al régimen de Castro, con el propósito de tratar de ayudar a ese régimen”.
Para los que no conocen aun la política estadounidense hacia Cuba y se han creído que Obama ha tomado el camino correcto, deben analizar lo asegurado por Lincoln Díaz-Balart, cuando afirmó con todo su odio hacia el pueblo cubano: “Tenemos que estar felices entre muchas cosas porque Obama fracasó el intentar por todos los medios consolidar a la tiranía de los Castro, porque la ley sigue en pie (Ley Helms-Burton), y exige tres condiciones para que se pueda ayudar económicamente a cualquier gobierno cubano, la liberación de todos los presos políticos sin excepciones; la legalización de todos los partidos políticos, de los sindicatos obreros y de la prensa
independiente; y la convocatoria de elecciones partidistas”.
De ahí que los pasos de Obama nunca han sido hacia la eliminación de la guerra económica, las acciones subversivas, cortar el financiamiento a la contrarrevolución, cerrar Radio y TV Martí y menos aún devolver el pedazo de tierra en Guantánamo que ocupa la base naval. Este plan con el empleo de la abogada, no fructificó, pero habrá muchos más en los próximos meses para presionar a Trump a retrotraer la política hacia el punto antes del diciembre de 2014.
Los asesores del nuevo Presidente tendrán la responsabilidad históricade aceptar el reto de mantener el cambio de política para alcanzar el mismo fin, o retroceder a la gastada política de enfrentamiento, pero siempre deberán recordar el legado de José Martí cuando afirmó: “Con la resolución indudable del pueblo de Cuba, es imposible la derrota”.
Por Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU.
Fuente: Rebelion