COLUMNISTAS

Con Fidel por siempre

Por azares del destino me ha sorprendido la muerte de Fidel lejos de Cuba. Tres circunstancias han amortiguado el pesar de no estar en el suelo patrio en estos tristes momentos: la hermandad y el mutuo apoyo entre los cubanos en tierra argentina, la impresionante solidaridad y el sentido acompañamiento de tantos y tantos hijos de la patria del Che y la magia de los medios de comunicación que nos han permitido seguir paso a paso el aciago acontecimiento de esta irreparable pérdida y sentirnos, si es posible, más cerca de nuestro pueblo.

Fidel dio al concepto de líder su más cabal sentido. No hay palabras que puedan describir lo que ha significado, significa y significará su papel en la historia de Cuba, de Latinoamérica y del mundo, no hay palabras para destacar los numerosos méritos que generó su constante e incansable labor en beneficio de la humanidad, no hay palabras para expresar el cariño que sentimos los cubanos por él, no hay palabras para agradecer el privilegio de haber vivido su época. Pero sí se puede, en pocas palabras, expresar el profundo sentimiento de compromiso que emerge en medio del dolor: ser leales a su memoria continuando la obra que comenzó cuando se puso al frente de la Generación del Centenario.

La desaparición física de Fidel ha desatado un mar de especulaciones respecto al futuro de Cuba que explican de diferentes modos el antes y después que marca su partida. Muchas de estas elucubraciones presentan ese antes y después como un brusco cambio de escenarios, mostrando como ruptura lo que no es sino continuidad, obviando que entre los innumerables méritos de nuestro Comandante en Jefe está el haber vencido por toda una década al grave percance que sufrió su salud y acompañar a Raúl y al pueblo de Cuba en el proceso de transformaciones que ha estado teniendo lugar sin su participación directa en los asuntos de gobierno.

Otros han apreciado su fallecimiento como el fin de los grandes ideales, como si ya hubiesen desaparecido de la faz de la tierra  las injusticias que generan las utopías; esos ya habían dejado de ser revolucionarios mucho antes del nefasto 25 de noviembre.

Agoreros oportunistas, viejos y recientes, emborronan cuartillas presagiando futuros que desconocen el sello socialista de la sociedad cubana y proyectan una visión cargada de rancios postulados liberales que nada tienen que ver con los sentimientos y las aspiraciones de los millones de patriotas cubanos revolucionarios, antimperialistas y socialistas que aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, ni con los contenidos de la conceptualización y del plan de desarrollo de la economía hasta el 2030 sometidos a escrutinio popular. Es ahí, en esas proyecciones seguramente perfectibles como toda obra humana, donde están hoy nuestras prioridades.

La república independiente y soberana que construyen y defienden las grandes mayorías en la sociedad cubana tiene médula socialista. Ser fieles al legado de Fidel implica no permitir que nos deslicen subrepticiamente la agenda de una Cuba imposible, divorciada de las tradiciones políticas y culturales socialistas sembradas por el magisterio de Fidel y cultivadas por la obra educativa que siempre impulsó; significa defender a toda costa el legado de unidad que él forjó y consolidó entre los cubanos.

Ciertamente hay mucho por hacer para conquistar toda la democracia posible, para empoderar a la sociedad cubana, para alcanzar la eficiencia económica que el país necesita, para desarrollar un modelo de comunicación social que responda a los intereses de toda la ciudadanía, para superar las deformaciones burocráticas, para cambiar con sentido del momento histórico todo lo que deba ser cambiado, pero no levantaremos un altar al dios mercado, no permitiremos castas de privilegiados, no comprometeremos las altas conquistas sociales de la revolución socialista, en primer lugar el poder político del pueblo trabajador.

Vale recordar hoy lo que dijo Fidel en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires el  26 de mayo de 2003:
“Nosotros no tenemos ni un átomo de arrepentimiento de lo que hemos hecho en nuestro país y de la forma en que hemos organizado nuestra sociedad. Hemos tenido la posibilidad de aprender mucho sobre nuestras posibilidades y tenemos una idea de prioridades, porque es muy importante para los que deseamos un mundo mejor tener idea de las prioridades, de las posibilidades, de las realidades.”

Las cenizas de Fidel reposarán donde mismo yacen los restos mortales de Céspedes, Padre de la Patria y de Martí, apóstol de nuestra independencia y autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, confirmando para la posteridad que en Cuba ha habido una sola revolución. Hoy nos corresponde continuarla.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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