Wilmer Rodríguez Fernández quería ser abogado; tenía bien claro un anhelo: estudiar en La Colina.
Si Derecho no se lograba, entonces cualquier otra carrera universitaria, siempre y cuando fuera en la Universidad de La Habana (UH).
Un día bien temprano salió de su natal Alacranes, en el municipio matancero de Unión de Reyes, rumbo a la capital cubana para realizar las pruebas de ingreso a la casa de altos estudios habanera.
Aprobó los exámenes de Derecho, pero por esos azares que tiene la vida, en lugar de comenzar a estudiar leyes, matriculó en el curso escolar 2003-2004 de Bibliotecología y Ciencias de la Información en la Facultad de Comunicación (Fcom) de la UH, ya allí, se comenzaba a forjar el periplo que lo llevaría a hacerse periodista.
“Afortunadamente, cuando me ubican en la beca de 12 y Malecón todos los que compartían el cuarto conmigo eran estudiantes de periodismo, por ellos empecé a leer La entrevista, de Miriam Rodríguez Betancourt y La nota, de Iraida Calzadilla. Inicié el acercamiento a la profesión desde los libros que tenían en sus libreros.
“Luego conocí a un excelente amigo y mi primer profesor: Guillermo Cabrera Álvarez.
“Yo me escapaba de las clases de Bibliotecología, cruzaba la calle hacia el Instituto Internacional de Periodismo José Martí que él dirigía en ese entonces, e iba a parar a su oficina, donde escuchaba anécdotas sobre su vida periodística.
“Guillermo decía que el periodista tenía que irse un poco entre el periodismo de opinión -los problemas que afectaban a la vida social-, y el lado más humano, más sensible”, narró Wilmer.
Hasta cursar tercero fue que decidió cambiarse de carrera. Se presentó una coyuntura que lo propició: un curso especial para periodistas experimentado por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba con estudiantes de las sedes municipales de cuarto y quinto año de Comunicación Social.
“Hoy gracias a tres personas yo soy licenciado en periodismo: el primero, que ya no está, Julio García Luis, decano de la Facultad de Comunicación en esa época, quien firmó una resolución de canal exclusiva para que yo de Bibliotecología tuviese el derecho de hacer las pruebas de aptitud requeridas para esa experiencia; Raúl Garcés, que fungía como jefe del departamento de la disciplina en la UH y me apoyó mucho.
“Y Jesús Arencibia, que para aquel entonces ya era profesor de la facultad, y en gran medida, era la persona que tutoreaba a ese grupo de estudiantes.
“Aprobé las pruebas de aptitud, pero se me presentaba un gran problema. Tenía vencidas algunas asignaturas comunes como Filosofía, las Gramáticas, las Redacciones, no era el caso de otras como prensa impresa, radio, televisión, disciplinas que se imparten al inicio.
“Así que recibía mis clases de cuarto de periodismo como el resto de mis compañeros, y luego, en la tarde, debía irme a los cursos de primero y segundo y evaluarme con los profesores que daban esas materias que no había vencido aún. En dos años y medio saqué la carrera, en 2009 me gradué y me ubicaron en la televisión”, compartió.
En 2010 a Wilmer lo asignan a Buenos Días, se levantaba a las 3:00 a.m., y luego de terminada la revista informativa salía a la calle para realizar trabajo de reportero -su pasión- y tributar a otros espacios del Sistema Informativo de la Televisión Cubana.
A Wilmer lo caracterizan los trabajos de corte histórico con enfoques sugerentes y ángulos poco conocidos, sobre el tema contó a Cubaperiodistas.cu:
“En febrero de 2011 me dan la tarea de irme a la Ciénaga de Zapata cuando se conmemoraba el aniversario 50 de la invasión mercenaria por Playa Girón, realicé allí mi primera serie de reportajes históricos, trabajos no contados por historiadores, ni por quienes habitualmente lo hacían, sino por los protagonistas que no habían hecho escuchar su voz: los cenagueros; personas que habían sido víctimas, testigos directos de la incursión, rostros que no habían tenido la oportunidad de salir en televisión.
“Por vocación y por gusto amo la historia; me interesa aquello de lo que no se escribe, lo que los libros no cuentan, lo que la historiografía no recoge. Martí dijo que “en política lo real es lo que no se ve”, y yo pienso que en historia, a veces, también lo real es aquello que no está contado.
“Y es lo que he intentado visibilizar, lo aparentemente sencillo e intrascendente, pero que al final, igualmente es importante.
“Ello conlleva mucha investigación, si algo me sorprende durante la indagación, es el elemento por el que empiezo a relatar. Si me sorprende a mí, seguramente lo hará con los televidentes.
“De cada hecho histórico hay cosa que se “cacarean” año tras año, buscar lo no visto, lo que está en el recuerdo de algún testigo o en la memoria de alguien que lo escuchó de otra persona, o lo que se ha convertido en leyenda, esa es mi misión. No encartonar la historia, complejizarla, poner a cada cual en el lugar que le corresponde en ella”, refirió.
Retos que asume el periodismo cubano fuera de la Isla
Wilmer llegó a Venezuela luego de cuatro años de labor en el Sistema Informativo. Arribó como corresponsal de la televisión cubana en uno de los momentos más álgidos y difíciles a los que se ha tenido que enfrentar la Revolución Bolivariana.
“Junto a otros colegas vine a la Patria de Bolívar el 17 de junio de 2014, en un período sumamente complejo. Ya no estaban las guarimbas (actos violentos de la oposición), pero aterrizamos en medio de una situación política tensa, de una guerra económica que se recrudecía a diario. Chávez no estaba, y Nicolás Maduro iniciaba su gobierno en un país muy polarizado.
“En una situación de gran escasez tuvimos que empezar a hacer periodismo, en primera instancia a darle cobertura al trabajo de las misiones médicas, a los más de 40 mil cubanos que brindan asistencia al pueblo venezolano en los 24 estados de la nación.
“Como en Cuba, la capital puede determinar muchas cuestiones en la vida del país, pero no es el país. Y Caracas no es Venezuela, me tengo que ir al Orinoco, a la Amazonía, al Delta, a la Serranía, a los Andes, al Caribe venezolano, para contar la historia de nuestra gente, no desde el asfalto ni las calles de la ciudad, sino desde donde la realidad es más compleja”, arguyó el entrevistado.
Y durante sus 20 meses de labor no solo evidenció las historias humanas detrás de la solidaridad y el quehacer de nuestros colaboradores, también él y el equipo que lo acompañó retrataron la vida política de la hermana nación, entre otras coberturas destacan: encuentros con el presidente Nicolás Maduro; el Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela; la campaña electoral para las elecciones del 6 de diciembre; el resultado de los comicios; y la toma de posesión del nuevo Parlamento.
“Difícil ese 6 de diciembre de 2015; nos levantamos y fuimos a los colegios electorales, había muchos opositores pidiéndoles incluso a los chavistas que votaran por ellos.
“Nosotros teníamos una credencial facilitada por el Consejo Electoral Nacional con una bandera cubana bien grande. “¡Qué se vayan los cubanos! ¡Los cubanos son los culpables de todo lo malo que nos ha pasado!, decían los detractores de la revolución bolivariana, ahí palpamos el odio que nos tenían.
“Así y todo, hicimos periodismo, e informamos lo que estaba pasando casi hasta las 12:30 de la madrugada del día siguiente en que se anunciaron los resultados, y las cifras, como bien se sabe, para nada favorecían al chavismo.
“Esa noche, al menos en la capital, la derecha salió a tirar fuegos artificiales, a tocar cacerolas, y nosotros en medio, en un edificio en el centro de la ciudad rodeados totalmente de opositores, de personas a las que no les simpatizábamos.
“Luego, en la mañana, las avenidas aparentemente tranquilas, sin un solo carro circulando, y salir hacia los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) donde se encontraban nuestros colaboradores, y verlos llorando, fue realmente duro.
“Y es que por la cercanía con los venezolanos, por el tiempo que llevaban allí brindando sus servicios, la derrota también era suya, nuestra…, entonces llegó el mensaje de aliento de Raúl que decía “estoy convencido que nuevas victorias vendrán del pueblo junto a Nicolás Maduro”, rememoró.
Wilmer regresa a la Mayor de las Antillas en febrero de 2016, y en abril, en pleno VII Congreso del Partido Comunista de Cuba se le acercó Danilo Sirio, el presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, y le dijo: “alístate, que te vas para Ecuador”.
“Pensé que era una broma, inmediatamente me di cuenta que no lo era, yo ni sabía que la noche anterior había ocurrido un sismo, estaba en el Congreso trabajando, editando, no había visto nada referente al tema.
“Fueron dos meses arduos, en un contexto bastante fuerte y agresivo. Una región destrozada, en la que al día siguiente del desastre se sentía el mal olor de los cadáveres; donde la asistencia médica cubana arribó la primera, y fue también la primera en recibir el agradecimiento de ese pueblo; y nosotros contando esa realidad, viviendo en casas de campaña, en campamentos militares, pero reportando.
“En Ecuador nos encontramos con un sistema de ayuda humanitaria de organizaciones no gubernamentales que pusieron sus conocimientos y tecnologías a disposición de las brigadas internacionales.
“Gracias a un grupo de jóvenes españoles profesores de la Universidad Técnica Particular de Loja ubicada en el sur del país que se desplazaron hacia la zona afectada, pudimos resolver el problema de la conexión a Internet y transmitir los materiales hacia La Habana.
“Recuerdo que en una ocasión eran las 8 menos 5 minutos de la noche y se cayó la señal de la wifi, el trabajo estaba en el 99% y ellos “fajaos” con nosotros hasta que lograron restablecer el servicio, y el reporte salió en el NTV antes que se acabara a las 8:30 p.m.”, relató.
“A pesar del esfuerzo y los retos asumidos, si alguna imagen de la labor de uno queda en el recuerdo de los televidentes, entonces todo sacrificio ha valido la pena”, concluyó.
Nuestro comentario tiene como objetivo que el periodista Wilmer Rodríguez sepa que nos sentimos muy orgullosas de pertenener a una generación como la suya, ya que su trabajo es digno de admirar, le agradecemos poder contar con jóvenes como él.
Any