Se rezó tanto y desde todos lados para que el huracán Mathew hiciera el menor daño posible en el oriente de Cuba que el fenómeno natural ni siquiera debió haber llegado.
En solo dos días suman cientos los mensajes colocados en las redes sociales o enviados por chat pidiendo clemencia para Baracoa y su gente, cuando no expresando la seguridad de que Dios nos protege y nada malo va a pasar.
Ahora mismo se sabe que en la Primera Villa de Cuba hay un sin número de techos de instituciones estatales y casas que han volado hacia quién sabe dónde a causa de la conjunción de lluvias y vientos fuertes registrados durante horas.
También se conoce que frente a la emisora La Voz del Toa se desplomó parte de una alta pared aislada y dañó el techo de la edificación aledaña, la cual estaba cerrada y sin moradores ni evacuados.
En este momento la única información que pueden ofrecer desde sí mismos los periodistas radiales de la Primera Villa de Cuba es que las corrientes de aire de Matthew hacen un silbido que asusta, y que el trabajo en función de la noticia no ha tenido horario límite.
Ya perdimos las transmisiones de la programación y la señal televisiva, nos quedamos sin comunicación por telefonía fija y la opción para actualizar a otros y saber algo de lo que ellos dicen es internet.
Nos queda el aliento de conocer el sabor del servicio público, y nos queda la fuerza interior que significa que la noche de este 4 de octubre de 2016, a pesar de todo, tendrá fin.
Por Richard López Castellanos / CMDX La Voz del Toa