Como afirma nuestra compañera Graciela Ramírez, a cargo de la corresponsalía de Resumen Latinoamericano en Cuba, la entrada de un Huracán (el Mattew) “viene fuerte pero aquí todos estamos en pie de lucha para enfrentarlo”. En el mejor de los casos el ojo del Huracán no tocará la isla, pero lo que moverá a izquierda y derecha a su paso será mucho.
Es sabido que en cualquier parte del mundo “desarrollado” este durísimo acontecimiento climatológico sería tratado de una manera especial pero sin que ninguno de sus altos funcionarios se mueva de las cómodas poltronas en que los ha colocado esa instancia maniquea denominada “democracia”, pero Cuba es algo distinto siempre. Por eso no extraña que Raúl, al igual que ya lo hizo Fidel en otras ocasiones similares, cargara en su mochila, sin dudarlo, todas las responsabilidades que le corresponden y se haya colocado al frente de los operativos de prevención, allí mismo, en las provincias de Oriente, que es donde hay que estar en estos momentos.
Para la Revolución todo es importante pero nada supera la necesidad de cuidar las vidas humanas y eso precisamente es lo que se está haciendo en estos momentos, prevenir las consecuencias de lo que el Mattew puede producir con la ferocidad con la que se está moviendo en la región. Que no falte un médico o una médica (tan duchos en enfrentar estas contingencias en los rincones más escondidos del planeta), que los niños y niñas y que sus familias estén protegidos, que los ancianos y ancianas tengan los alimentos y medicinas que pudieran necesitar, y que todos, absolutamente todos, se sientan respaldados por un gobierno que fue conquistado y forjado por ellos mismos.
Por supuesto que importan las viviendas y otros edificios levantados con sacrificio desafiando el férreo y cruel bloqueo impuesto por Estados Unidos, pero nada vale más que una vida, y allí precisamente es donde se pone la mira de esta movilización general y urgente.
La movilización es general: estudiantes, obreros, campesinos, todos aportan militancia solidaria para ayudar a sus vecinos orientales en situación de riesgo. Como ocurriera con la lucha para rescatar al niño Elián y a los 5 héroes cubanos, toda la Isla se encolumna para enfrentar al Mattew como ocurriera con tantos otros enemigos.
Muy cerca de allí, en la sacrificada nación haitiana que en 1804 produjera la primera gran revolución antiesclavista, no tienen la suerte de tener un proceso revolucionario como el cubano ni gobernantes aptos para contener ni al Mattew ni al hambre, ni a la miseria. El pueblo está expuesto a que el Huracán golpee sin misericordia y los operativos de defensa civil prácticamente no existen. Lo mismo, ocurre cuando este tipo de catástrofes ocurren en cualquier país centroamericano y hasta en el mismísimo territorio estadounidense. La vida no vale vida. Gobernantes corruptos, de clara esencia capitalista y alejados de todo comportamiento humanitario, tratan de salvar sus osamentas y a sus pueblos que los parta un rayo.
De eso y no de otra cosa se trata cuando hablamos de una Revolución y como sostenerla. Raúl, como Fidel, saben que si el pueblo los quiere y los defiende hasta dar la vida por el proceso que han ido construyendo desde hace 57 años, es precisamente porque estos dos timoneles (al igual que el Che anteriormente) han puesto el cuerpo y han estado a la hora precisa donde tenían que estar. Los escépticos y comemierda que nunca faltan podrán decir que “con eso no alcanza”, que “es oportunismo oficial”, y que como ruge siempre el terrorismo mediático, “el gobierno está al caer”, sin embargo, la mayoría de los pueblos del mundo, esos que no tienen la maravillosa oportunidad de tener un proceso del nivel ético, moral e ideológico que posee la Revolución Cubana, miran con admiración lo que esa Revolución significa. Nada mejor que en estas horas duras que se avecinan para probar la calidad de su gente y de sus gobernantes.
En Santiago, en Guantánamo y en todo Oriente, los herederos y herederas de los mambises se preparan a dar batalla. Sus armas en esta ocasión no son los fusiles y los morteros victoriosos de los años 50 sino la sabiduría, la experiencia, el gesto tierno y a la vez decidido para que cada quien se sienta lo más acompañado y protegido posible. Vigilar que no se cometan imprudencias que en estas ocasiones pueden costar vidas, atender las indicaciones que generan los que están a cargo de la defensa civil activa, y valorar el espíritu de entrega de ese ejército de batas blancas que representan las y los médicos cubanos que ante la convocatoria hecha por el gobierno revolucionario dieron un paso adelante y allí estarán para lo que haga falta.
Desde la distancia geográfica en que cada uno se encuentre, solo nos basta esperar confiados y desear que como ocurriera en cada uno de los combates en la Sierra Maestra, otra vez este pueblo bravo y rebelde salga airoso. Que el Huracán, como el imperio yanqui, tomen nota: Raúl es el general en jefe en esta nueva batalla, y con la misma fuerza que demostró junto a Fidel al desembarcar con el Granma se prepara para una nueva victoria.