A finales de la década del cuarenta del pasado siglo, Colombia vivió una severa crisis política, motivada por enfrentamientos entre partidos. Gobernaba el país Mariano Ospina Pérez, quien llevó a cabo una política represiva, frente a la cual se erguía la figura de Jorge Eliecer Gaitán, candidato del Partido Liberal, a quien todos veían como el próximo presidente.
Gaitán convocó a una marcha de protesta, que se conoce como la Manifestación del Silencio y se realizó el 7 de febrero de 1948. En esa ocasión, Gaitán pronunció un breve discurso, que ha pasado a la historia como la “Oración por la Paz”.
Poco después, en abril de ese mismo año, se estaba desarrollando en Bogotá la X Conferencia Internacional de Estados Americanos y, también, la reunión preparatoria para un congreso estudiantil latinoamericano, que se efectuaría al año siguiente en Santiago de Chile. En esa reunión participó un simple estudiante cubano —sin ninguna acreditación oficial—, quien se incorporó a las discusiones y se destacó por sus propuestas contra la ocupación estadounidense de la base naval de Guantánamo y del canal de Panamá por Estados Unidos, así como de las islas Malvinas por Inglaterra.
Ese joven cubano, que no era otro que Fidel Castro, ha testimoniado sus vivencias y criterios acerca de aquellos días: “Gaitán era en aquel momento la figura política de más prestigio, de más apoyo popular, se le consideraba sin duda de ninguna clase el hombre que iba a obtener el triunfo en las próximas elecciones de Colombia. Los estudiantes apoyaban a Gaitán en su inmensa mayoría […] Los estudiantes liberales me pusieron en contacto con Gaitán y me llevaron a visitarlo […] En esa ocasión él nos obsequió distintos materiales políticos, nos explicó la situación de Colombia y, por cierto, nos entregó un folleto con su famoso discurso conocido como la ‘Oración por la Paz’ que fue una pieza oratoria magnífica […] [Los estudiantes] Nos explicaron el papel de Gaitán, su lucha por encontrar una solución a esa situación de violencia, la Marcha del Silencio que había organizado con cientos de miles de personas que había sido una manifestación impresionante, y en esa ocasión, en que decenas o cientos de miles de personas habían marchado en absoluto silencio, al final, él había pronunciado la Oración de la Paz”.1
El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán ocurrido dos días después, el 9 de abril, desencadenó un levantamiento nacional en contra del gobierno conservador, conocido como el Bogotazo, en el que murieron cerca de 1500 personas y 20 000 más resultaron heridas.
En medio de aquella situación se vio atrapado Fidel, quien justamente se dirigía a un encuentro acordado con Gaitán cuando sucedieron aquellos terribles hechos y fue el único cubano con una participación activa en el Bogotazo. El propio líder de nuestra Revolución contó en una entrevista su participación y sus criterios sobre aquellos hechos. En aquella ocasión expresó el siguiente juicio valorativo: “Yo tenía una impresión realmente muy buena de Gaitán. La tuve en primer lugar, porque en eso influyeron las opiniones absolutamente mayoritarias y la admiración de los estudiantes que se habían reunido con nosotros. La tuve de la conversación con él; un hombre con su tipo indio, sagaz, muy inteligente. La tuve de sus discursos, especialmente de la Oración por la Paz, que era realmente el discurso de un orador virtuoso, preciosista del idioma y, además, elocuente. La tuve porque se identificaba con la posición más progresista del país y frente al gobierno conservador. La tuve como abogado también por lo brillante que era. Es decir, brillante político, brillante orador, brillante abogado, todas esas cosas me causaron una impresión muy grande y al mismo tiempo nos agradó mucho su apoyo, el interés con que él había tomado nuestras ideas sobre el Congreso de los estudiantes, y la facilidad, la disposición y la generosidad con que nos apoyó”.2
Aunque estos hechos se conocen, resulta bastante desconocida esa “Oración por la paz”, que tanto impresionó a Fidel. Hela aquí:
“Excelentísimo señor Presidente de la República, doctor Mariano Ospina Pérez:
”Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra excelencia sabiendo que interpreto el querer y la voluntad de esta inmensa multitud, que cobija su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo este silencio clamoroso, para pedir que haya piedad y tranquilidad para la patria.
”En todo el día de hoy, excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un espectáculo que no tiene precedentes en su historia. Gentes que llegaron de todo el país, de todas las latitudes –los llanos ardientes y las frías altiplanicies, como las de esta capital– han venido a congregarse en esta plaza, cuna de nuestra libertad y de nuestra historia, para expresar su irrevocable decisión de defender sus derechos.
”Dos horas hace que ellos desembocan en esta plaza y no hay sin embargo un solo grito, porque en el fondo de sus corazones se agolpa la emoción; pero como en las tempestades violentas la fuerza subterránea es mucho más poderosa y ésta sabe que tiene el poder de imponer la paz cuando los obligados a imponerla no la imponen.
”Señor Presidente: Aquí no hay aplausos sino millares de banderas negras que se agitan. Excelentísimo señor: Sois un hombre de universidad y por lo tanto os debe llamar la atención este hecho sin precedentes en la historia de Colombia.
”Señor Presidente: Aquí están presentes todos los hombres que han desfilado y demuestran una fuerza y un poderío no igualados y sin embargo, no hay un solo grito. Aquí hay una contradicción a las leyes de la psicología popular. Un pueblo que es capaz de contrariar las leyes de la psicología colectiva es un pueblo que os demuestra que tiene un espíritu de disciplina capaz de superar todos los obstáculos.
”Ningún partido en el mundo ha dado una demostración como ésta. Pero si esta manifestación sucede es porque hay algo grave y no por triviales razones. Y esto obliga a los hombres universitarios a escucharla y oírla. Somos la mejor fuerza de paz en Colombia. Somos los sustentáculos de la paz en Colombia, y mientras en las veredas y en los municipios fuerzas minoritarias se lanzan al ataque, aquí están las grandes mayorías obedeciendo una consigna. Pero estas masas que así se reprimen también obedecerían la voz de mando que les dijera: Ejerced la legítima defensa.
”Dos horas ha gastado esta gente entrando a esta plaza para colmarla. El comercio ha cerrado sus puertas y le debemos gratitud por este noble gesto.
”Porque somos fuertes somos serenos. Esta es la significación más exacta de que con nosotros no puede abusarse. Hay un partido de orden capaz de realizar estas manifestaciones para evitar que la sangre se derrame y para que las leyes se cumplan, porque son la expresión de la conciencia colectiva. Yo quisiera que todo el país contemplara este espectáculo. No me he engañado cuando he dicho mi concepto sobre la conciencia popular, ampliamente ratificada en esta manifestación, donde los aplausos desaparecen y sólo se oye el rumor emocionado de los millares de banderas negras que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres tan villanamente asesinados.
”Señor Presidente: serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los hombres que llenan esta plaza, con esa emoción profunda os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, en favor de la tranquilidad pública. Todo depende de vos; sabemos que quienes anegan en sangre este país cesarían en su pérfida siega. Esos espíritus de mal corazón cesarían al simple imperio de vuestra voluntad.
”Amamos hondamente a esta patria nuestra y no queremos que nuestra nave victoriosa navegue sobre ríos de sangre.
”Señor Presidente: No os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no siga por caminos que nos avergüenzan ante propios y extraños. ”¡Os pedimos tesis de piedad y de civilización!
”Señor Presidente: Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad. Os pedimos que no creáis que nuestra tranquilidad, esta impresionante tranquilidad, es cobardía. Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia.
”Impedid, señor Presidente, la violencia. Sólo os pedimos la defensa de la vida humana, que es lo menos que puede pedir un pueblo. En vez de esta ola de barbarie, podéis aprovechar nuestra capacidad laborante para beneficio del progreso de Colombia.
”Señor Presidente: Esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de masas, este grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como querríais que os tratasen a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes.
”Os decimos, excelentísimo señor Presidente: Bienaventurados los que no ocultan la crueldad de su corazón, los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar los sentimientos de rencor y exterminio. Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad contra los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia”.
Tras múltiples situaciones que, incluso, se hicieron más graves —como la guerra civil entre el gobierno y la guerrilla o, peor aún, la desatada por el narcotráfico contra todo el país—, a 68 años de aquellos acontecimientos de los que el joven Fidel fue participante, al fin, Colombia respira paz y Cuba ha puesto en ello su granito de arena.
Notas
1 Entrevista realizada a Fidel por el periodista colombiano Arturo Alape, en Varios: Antes del Moncada, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 1986, pp. 63-64.
2 Ibídem, p. 65.
3 Jorge Eliecer Gaitán: “Oración por la paz”, en http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/oracion-por-la-paz-de-jorge-eliecer-gaitan/56487 Consultado: 3 de octubre del 2016.