De hablar preciso y atuendo siempre impecable, acaba de ingresar en la posteridad del periodismo cubano, un campechano profesional de larga historia.
Nunca se olvidará para los que la presenciamos, la entrada triunfal en la Redacción Central de Prensa Latina del equipo que soportó al pie del teletipo el cruento golpe militar encabezado por Augusto Pinochet en Chile.
Entre ellos estaba MMM, (Mario Mainadé Martínez) también así conocido por sus iniciales, sonriente, elegante y con un tabaco en ristre, como siempre. Ese porte le había ganado el mote de “El senador”.
Formaba parte del grupo de avezados periodistas que, comandados por Jorge Timossi, seguía sobre un complejo terreno, las aspiraciones del gobierno de la Unidad Popular en esa nación austral.
Con el paso de los años, también seguí los suyos porque como él, más de una década después, pasé por los distintos escalones de Prensa Latina, comenzados como auxiliar de redacción.
Él fue de los que inspiraba con los relatos de sus vivencias de corresponsal en Panamá, Nicaragua y el resto de Centroamérica –los que más recuerdo- aunque siempre había que volver a aquel 1973 imperecedero.
Había ya pasado, como señalara Cubaperiodistas.cu, “por “espacios emblemáticos y de trascendencia en el periodismo cubano: Obra Revolucionaria, Verde Olivo, Revolución, el “Matutino” de Radio Reloj, y el periódico Granma”.
Fue de los que dio el paso al frente cuando Fidel, tras proclamar que “La prensa de América Latina debiera estar en posesión de los medios que le permitan conocer la verdad y no ser víctimas de la mentira”, y creó, junto al Che, la agencia a la que ese mulato criollo aportaría su profesionalidad desde sus primeros pasos, en junio de 1959.
Pero “el Maina” era de los que no se ufanaba de trayectoria ni méritos, incluso cuando le confirieron el Premio Ramal de la Prensa Escrita Nacional “Jorge Enrique Mendoza” por la obra de la vida, de la Upec, en 2011.
En la década de los 90, compartimos muchos momentos, como la cobertura que hicimos de la toma de posesión de Rodrigo Borja en Ecuador, a la que concurrió el Comandante en Jefe, Fidel Castro.
Mucho más tarde, cuando él fungía como Presidente de la Comisión de Calidad de PL, función que realizó hasta su jubilación en 2014, era casi diario el intercambio sobre asuntos del periodismo, la política nacional e internacional y hasta de nuestra vida personal.
Al fallecer en La Habana, a los 83 años, era –y seguirá siendo- un referente en la formación de generaciones de periodistas. Por sus expertas manos pasaron los universitarios en formación en el periodismo de agencia y los nuevos ingresos en PL, un legado que habrá que honrar siguiendo sus huellas.