Siempre admiré las habilidades de Germán Mesa en su desempeño beisbolístico. Coincido con todos los que le ubican en la cúspide de la defensa del llamado “short stop”, “para corto”, u otra expresión que denomine su posición en el cuadro de cualquier equipo. Era un mago.
Por eso aprecié con placer el contenido del programa que le dedicaron en el Canal Deportivo de la televisión cubana, en el que explicó desde la técnica hasta otras facetas de su brillante carrera, por momentos empañada o relegada. Con este material, calculo, se le trató de ubicar en el lugar que merece, y comparto el esfuerzo.
Lo que me resultó inadecuado y carente de lógica fue que Germán vistiera un atípico uniforme que tenía como chaqueta, chamarreta o como se le diga, a mi bandera, nuestra bandera.
Me resulta incongruente que esto se viera en un medio de tanto alcance mediático en tiempos en que más de una voz calificada se escucha advirtiendo sobre los peligros de la banalización de los símbolos patrios, desde el Historiador (con mayúscula) Eusebio Leal, hasta otros intelectuales avispados y revolucionarios como Luis Toledo Sande.
Si me resultó desagradablemente impactante la imagen primera de los uniformes de nuestros olímpicos en la ceremonia previa a su partida hacia Río de Janeiro, ahora me encogió el ánimo ver la nueva formulación que hicieron de la bandera para presentar al pequeño gran pelotero, con escudo sobre el lado izquierdo y un CUBA sobreimpuesto a la estrella que tenía en su centro.
¿Es que los que deciden sobre estas cosas no leen o escuchan los razonamientos y argumentos para no hacer nuevos disparates? Y en ellos englobo, en este particular caso, desde los que diseñan, aprueban y confeccionan ese tipo de vestimenta hasta los que realizan y emiten los programas en los que aparecen.
La única imagen actual que salvaba de la incoherencia total a nuestro admirado Germán fue la gorra que llevaba, por suerte no diseñada para la ocasión, que mostraba la I de su Industriales querido.
Recomiendo que sobre el particular, el periodismo cubano se pronuncie ejerciendo su labor y preguntando sus razones –dando espacio a su defensa- a los que se empeñan en utilizar mi bandera, NUESTRA BANDERA, de la forma en que lo están haciendo.