Por estos días, todos perdimos los nombres, lo cual queda demostrado cuando caminamos por las calles, montamos ómnibus o metros, andamos por los sitios de hospedaje o instalaciones deportivas de los XXXI Juegos Olímpicos, en esta ciudad carioca.
Resulta que todos nos llamamos Cuba. Nos identifican por la ropa, muchas veces alegóricas a los de la isla caribeña, o por la forma de hablar, gesticular o comportarnos.
Lo cierto es que todos respondemos cuando nos dicen Cuba, igual que el nombre de la contagiosa canción de Alexander Abreu y Habana D´Primera.
A diario recibimos simpatía, cariño y respeto al por mayor, lo mismo de los cariocas, que de los visitantes de otros países, incluidos los cubanos radicados acá.
Muchos son los elogios, principalmente por el prestigio de nuestros deportistas, al igual que de los muchos médicos que cumplen contratos en el Gigante Sudamericano.
Recientemente nos detuvieron en la calle un matrimonio y su pequeño, para preguntarnos cómo poder lograr una firma de autógrafo de la saltadora con pértiga Yarisley Silva, luego de comentarnos que eran buenos amigos y seguidores de la atleta pinareña, que la admiraban como deportista y persona.
Otros van más allá de lo deportivo y comparten experiencias vidas en la isla caribeña como estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina –hoy graduados-, las cuales recuerdan con agrado y respeto por la formación que recibieron.
También nos abordan algunos cubanos residentes en esta ciudad, quienes se identifican, nos dicen de donde son –La Habana, Matanzas…- y nos preguntan sobre la patria que los vio nacer, siempre con la familiaridad que caracteriza a los caribeños.
Nada, y así de simple: si por estos días llegara a Río de Janeiro Alexander Abreu, perdería también su nombre para hacer honor a su canción Me dicen Cuba, de lo que de seguro se sentiría muy orgulloso al igual que nosotros.
Carlos González, enviado especial de la ACN