Dice que no hay peor tortura para un periodista, y sobre todo de radio, que enfrentarse a una entrevista y además escrita. Es más o menos como aquello del cazador cazado, pero me concede el privilegio de esta plática que aunque virtual deja ver a una muchacha transparente, talentosa y con una virtud que debe ser primordial en todo periodista, el humanismo a ultranza.
Tiene casi treinta y un años y no lo parece, le gusta leer, tejer y escuchar música, pensar mucho, reírse hasta de boberías y reencontrarse con las amistades que no ve en mucho tiempo. Arletis Saragoza Expósito, desde La Voz del Azúcar, enfrenta el reto de hacer periodismo y sus radioescuchas reconocen su labor.
¿Fue el periodismo resultado del azar, es tu vocación original o una elección coyuntural?
Cuando niña quería ser bailarina, como todas jugué a la maestra y a la doctora o enfermera. Muchos decían que iba a ser abogada. Pero siempre fui curiosa. Dicen que mis rondas de por qué solo las aguantaba mi papá. Supongo que para encauzar mi curiosidad decidí ser periodista.
No recuerdo el momento exacto, pero ya en el preuniversitario lo estaba. En mi aula me ayudaron mucho, empezando por la profesora guía, Natacha. Ella tenía guardadas muchas pruebas de aptitud de la carrera, la parte de cultura general y se ponía a examinarme frente a todos los demás, siempre decía, lo que ella no sepa lo responden ustedes, y así aprendimos muchísimo todos.
¿Por qué la radio?
En principio la radio fue el medio en el que me ubicaron cuando me gradué. No fuera sincera si te dijese que me gustó la idea, lloré a mares, porque siempre pensé trabajar en prensa escrita o en tv.
Había estado vinculada a Radio SG casi desde su creación, pues surgió en 2004, en mi segundo año de carrera y tuve la oportunidad de hacer muchas cosas desde ese momento. Pero nunca la vi como mi destino profesional.
Enfrenté el reto, que fue grande desde el comienzo pues entré a trabajar al día siguiente de pasar Ike por esta provincia. Ahí no podía haber familiarización, presentación al colectivo ni otras cosas, era salir para la calle a reportar, hacer trabajos donde se demostrara cómo estábamos saliendo de las dificultades, contar las historias de la gente en la recuperación.
Mi primera semana de trabajo es de las más tensas que he tenido hasta ahora, pero me sirvió para ver la utilidad de la radio en momentos difíciles. Después, cuando logré hacer realización radial, me acabó de enamorar.
¿Qué crees que le falta al periodismo que se hace desde este medio y cuáles te parecen sus virtudes en el momento actual?
Soy de las que creo como Orson Wells, que la radio es la pantalla más grande del mundo. Los radialistas enamorados defienden a capa y espada la cercanía de este medio a la gente. El sonido se cuela en sus casas sin pedir permiso si un vecino la esté escuchando un poco alto, y es tan noble, que podemos hacer otras tareas o funciones y a la vez estar oyendo la radio.
Los periodistas radiales tenemos que hablarle más a las personas, humanizar las noticias, contar historias, traer a la gente común para que sean ellos los protagonistas de los reportes. A los otros medios le puede dar más trabajo, por cuestiones de producción o de aseguramiento, pero el periodista de radio solo necesita su grabadora para ir a cualquier rincón y buscar la mejor de las historias.
La radio tiene que aprovechar su capacidad de ser instantánea, estar en el lugar de la noticia antes que nadie.
Virtudes, tiene cientos, la primera es la facilidad con que podemos recrear escenas y paisajes de otras épocas o lugares sin movernos de la cabina, solo haciendo uso de los recursos radiofónicos, y la gente necesita eso, que le tiren de los sentimientos, que los conmuevan.
¿Por qué apostar por el periodismo en momentos en que muchos jóvenes dejan atrás vocación o formación por mayor solvencia económica?
Creo que por una cuestión de fe, o de amor si le queremos llamar así. Me gusta lo que hago, me siento útil siendo periodista, creo que somos un poco sicólogos, maestros, abogados, delegados de circunscripción, poetas, locos, rebeldes y románticos empedernidos. Hace falta mucho compromiso social para ejercer el periodismo y estar enamorado de la profesión. Quien piense que siendo periodista va a tener solvencia económica, apostó por la carrera equivocada. No me imagino ejerciendo otra profesión, creo que por encima de todo es una carrera profundamente bella.
En esta edición del concurso de Periodismo 26 de Julio, obtuviste premio, ¿de qué trata el trabajo premiado?
Se llama El 6 de mayo de 1996. Es una crónica a propósito de celebrarse los 20 años de la única visita que realizó Fidel al municipio de Urbano Noris. En ese momento yo tenía 10 años, pero fueron recuerdos muy fuertes, que se nos quedaron grabados a casi
todos los sangermanenses.
Recrea lo que sucedió ese día, mis recuerdos como niña, lo que pasó en mi barrio, que está muy cercano al central con las vecinas… en fin, la reacción de las personas de San Germán ante la visita de Fidel.
Colaboraron un grupo de compañeros de trabajo, que me sirvieron para las pequeñas dramatizaciones . Di rienda suelta a la imaginación y a la creatividad que hace falta en la radio y puse los elementos del lenguaje radial, música, efectos, palabras y el silencio en función de recrear ese día.
Este no es tu primer lauro en dicho certamen, ¿cuál es la fórmula?
Juro que no tengo la menor idea, las dos veces ha sido en crónica, el género más temido para muchos, pero que yo adoro realizar. Si la primera vez ni siquiera pensaba en ganar, ahora menos. Después de 2013, cuando gané con Mi deuda con Santiago, me aterré, no quise mandar más nada hasta que encontrara algún tema que me apasionara.
Además en esto funciona mucho la repercusión que tiene un género en las personas, si muchos oyentes te dicen que les gustó un trabajo, que los conmovió, sabes que ese trabajo tiene pegada. Lo más importante es escribir de corazón, sobre algo que te apasione.
¿Cómo enfrentas el hecho de ser una mujer ante el ejercicio profesional?
Con muchísima valentía. Soy defensora a ultranza de la equidad de géneros, por tanto la batalla es más fuerte y no entiendo un no por respuesta. Me molesta un montón que alguien intente poner barreras por ser mujer.
Es incómodo cuando algunas fuentes te tratan como si no fueras periodista y muy cómico cuando después de un montón de preguntas o de un trabajo crítico y te miran con mala cara o te dicen: “periodista, usted hace preguntas de armas tomar”.
Hay quienes te ven, delicada, tierna a veces y en los inicios muy jovencita y piensan que no puedes ejercer un periodismo osado.
¿Te sientes o has sentido víctima del fatalismo geográfico?
Muchísimo, aunque aprendemos a lidiar con eso. Aunque es difícil, hasta para superarte, porque siempre aparecen peros, no hay hospedaje, no hay transporte, no hay. Nunca va a ser lo mismo ser periodista de Prensa Latina o de Telesur en La Habana, que periodista de radio SG en Urbano Noris. Todavía quedan muchísimas personas con prejuicios, piensan que no vale la pena ejercer el periodismo en un rinconcito de
este país, que debe ser en la cabecera provincial o en la capital. Hay que acopiar toda la paciencia y la fuerza interior de una para salir adelante.
Emisora municipal, ¿príncipe, mendigo u oportunidad para la creación?
Para mí príncipe y oportunidad irrepetible para la creación. Un medio local está muy cerca de las realidades de tus oyentes, padeces y disfrutas las mismas penas y alegrías. Es difícil que te pasen gato por liebre.
Aprendes de todos los que te rodean, desde los reporteros que llevan más de 20 años en el ejercicio de la profesión sin haberse graduado en ninguna academia, pero tienen el oficio, hasta de un oyente que te da la luz sobre un trabajo periodístico de puntería.
Se puede ser más osado, investigar más a fondo los problemas, describir los escenarios cotidianos, la gente te sabe más cercano. En un medio local aprendes a convertir lo cotidiano en trascendente.
Lo malo es que muchas personas que están por encima de nuestras decisiones aún nos ven como las cenicientas de los medios. La carencia de recursos tecnológicos nos lacera bastante, pero yo creo que esto no hace mas que darle riendas sueltas a la creatividad. ¡Si vieras cómo tenemos que hacer casi magia para transmitir en exteriores!
La familia, el amor, la vida cotidiana de Arletis, cómo se muestra...
Creo que le debo ser mejor persona a tener una familia tan unida y especial . Mi familia está llena de primos, primas, tías y tíos, lejanos y cercanos, pero todos amorosos. Sin olvidar a mis abuelos y a mi bisabuela. La más pequeña, con la que vivo es mi mamá y mi hermanita. (Papi murió hace siete años casi) En el amor, creo que soy una eterna soñadora, con alma de quinceañera, como dice una amiga, ahora mismo estoy sola, aunque eso no quiere decir que no tenga la cabeza llena de mariposas.
Mi vida cotidiana se divide entre mi casa, tratar de estar cerca de mi familia, dedicarme un tiempito a mí y a lo que me hace feliz. En el trabajo, velar porque todo salga bien dentro del grupo de prensa, estar informada de lo que pasa no solo en mi municipio, también en el resto del mundo, porque es un pecado capital en esta profesión no
saber.
¿Proyectos que te roban el sueño?
Acabo de empezar la maestría en ciencias de la comunicación, estoy terminando un curso de sonido y dando mis primeras incursiones en la dirección de programas. En esto último he descubierto que me encanta la propaganda, pues hay que tener un poder de síntesis increíble. Y el más importante de todos los proyectos, ser una mejor persona y periodista, por eso me he propuesto ser feliz, muy feliz por el resto de los días de mi vida.
Por Liset Adela Prego Díaz / Cubaperiodistas