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30 de Julio Día de los Mártires / “Frank era una maravilla”

Frank País García,  joven mártir de la Revolución
Frank País García, joven mártir de la Revolución

“Como hijo era un modelo, como patriota era otro modelo. Era una maravilla Frank”, expresaba la madre, Doña Rosario, herida de dolor ante la muerte del héroe que le había nacido de sus entrañas.

“Hombre inmenso, revolucionario cabal, capaz de levantar en vida a Santiago de Cuba y de levantarla también en la muerte”, así apreciaba al avezado jefe clandestino, Frank País García, su compañero de armas, Juan Grau Durán .

“De alguna manera siguió siendo maestro, educador, lo demuestran sus admirables lecciones de patriotismo y el magisterio que ejerció entre los combatientes”, destacó en una ocasión Asela de los Santos, cercana colaboradora que estuvo bajo su dirección en las acciones del 30 de noviembre de 1956.

En carta a su novia el joven había revelado: “Tienes una rival que me ha robado en cuerpo y alma…he sufrido tanto por ella que la amo profundamente, de corazón. He olvidado todo, tú, yo, los demás, solo ella me interesa. En mis venas arde un solo deseo: servirla”.

Son pocos los ejemplos de existencia tan corta -22 años- y que haya ofrendado tanto a la Patria. Para honrarlo se escogió la fecha de su muerte: 30 de julio (1957) como Día de los Mártires de la Revolución, al encarnar las virtudes de lo más prometedor de la juventud que se inmoló por la libertad de Cuba.

Frank País había nacido el siete de diciembre de 1934, cuando se recordaban los 38 años de la caída en combate de otro insigne patriota, el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, paradigma del decoro y la intransigencia revolucionaria.
Estudió en la Escuela Normal para Maestros de Oriente, donde, al decir de Asela de los Santos, fue un alumno brillante, y se graduó el seis de julio de 1953.

Anhelaba ser maestro para contribuir a la formación de ciudadanos dignos, pero se convirtió en educador de superior alcance, lo cual tenía coherencia con un pensamiento revolucionario, profundo ideario martiano y principios democráticos y de justicia.
Así cimentó un espíritu rebelde ante todo dogma, aval que le valió para ser el alma del levantamiento armado de la urbe santiaguera el 30 de noviembre de 1956.

En su condición de jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, supo organizar las fuerzas en una acción intrépida para distraer el poderío enemigo y apoyar el desembarco del yate Granma, que navegaba desde México rumbo al futuro, con Fidel Castro al frente.

A partir del golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, Frank empezó a destacarse, promovió y participó en acciones de más envergadura, en correspondencia con sus ideas que se radicalizaron aún más después del asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.

Quedaron para la posteridad las palabras de la combatiente Gloria Cuadras, quien lo quería como a un hijo: “Frank honró el uniforme verde olivo y el uniforme verde olivo se honró con él. Lucía muy bien y tenía una expresión de felicidad en el rostro, que nunca se borró de mi corazón”.

“Verlo con dos lágrimas en los ojos a un hombre tan valiente fue doloroso, cuando el fracaso del levantamiento del 30 de Noviembre”, dijo la Heroína del Moncada Haydée Santamaría, quien jamás olvidó su mirada profunda y la grandeza que apreció en él, referiría tiempos después.

Tenía el aval de haber forjado un movimiento clandestino con un sentido de férrea disciplina, compartimentación y arrojo admirable, en un Santiago heroico y rebelde, pero hospitalario, donde las casas y su gente fueran cómplices.

Ese gesto siempre lo animó, y era su arma fundamental para el combate silencioso y arriesgado que asumía con la naturalidad de los hombres grandiosos.

Pocas veces se unieron en un luchador de su talla la audacia, ternura y sensibilidad para tocar el piano, escribir, desgarrado por el dolor, un poema a su hermano muerto -Josué, caído el 30 de junio de 1957-, amar a la madre entrañablemente, o sentir afecto por Haydée Santamaría, Celia Sánchez, Vilma Espín o Gloria Cuadras.
Santiago y su pueblo le reciprocaron siempre ese mismo cariño a quien fue considerado el hijo más querido de la legendaria ciudad. Por eso la cita sagrada de cada 30 de julio, a las cuatro y 30 de la tarde.

Es la peregrinación en honor a Frank y a Raúl Pujol Arencibia, -el compañero de armas que cayó a su lado-; desde el Parque Céspedes hasta el cementerio de Santa Ifigenia, como aquella manifestación de duelo de 1957, no importa si hay ardiente sol o torrencial aguacero, ese tributo nunca falta en su tierra natal.

Por Aída Quintero Dip, ACN

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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