Mayo nos trajo las flores y, por eso, vamos a analizar el término flor, pero desde el punto de vista semántico, es decir, a partir de su significación lingüística.
Te diré que flor es un hiperónimo. ¡Qué palabrita!, ¿eh?; aunque si te fijas bien, no es tan compleja. Está formada por dos elementos compositivos que tú conoces: hiper-, que significa “superioridad”, “exceso” y que usamos, por ejemplo en hipertensión, y –ónimo, que quiere decir “nombre” y que conoces de muchas palabras topónimo, seudónimo, sinónimo, antónimo…
Se denomina hiperónimo a aquel término general que puede ser utilizado para referirse a una realidad nombrada por un término más específico, el hiperónimo es un término más abarcador. Por ejemplo, flor es el hiperónimo para mariposa, margarita, azucena, rosa, clavel, girasol, marilope y muchas otras.
¡Claro que flor no es el único hiperónimo que existe! A manera de ejemplo tienes familia para madre, padre, hermano, abuelo…; día para lunes, martes, miércoles… o también para mañana, tarde y noche…; ropa para blusa, falda o saya, pantalón…; vivienda para casa, apartamento, chalet…
Y el asunto se vuelve complejo porque ser vivo es el hiperónimo para los términos planta y animal que, a su vez lo son para palmácea, rutácea, meliácea… y ave, mamífero, anfibio… Mientras que ave sería el hiperónimo de zunzún o colibrí y ya aquí entra el problema de las especies, porque —como sabes— existen diversas especies de colibríes o de palmas.
Hay otro concepto muy relacionado con este: hipónimo —formado por los elementos compositivos hipo- “debajo de”, “escasez” y –ónimo—, que, por el contrario, es la palabra cuyo significado está incluido en el de otra; por ejemplo, mariposa respecto a flor.
Si lo piensas bien, este es un tema que puede ayudarte mucho a mejorar tu expresión, oral o escrita, y evitar la repetición innecesaria de palabras, porque —aunque no son sinónimos— contribuyen a hacer más rica y variada la lengua que hablamos.