Un año muy fuerte para José Martí fue 1892. Luego de la creación del periódico Patria y de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, su labor de agitación revolucionaria y de recaudación de los fondos necesarios para la preparación de la guerra que se avecinaba, se multiplicaron. Su intenso quehacer no se detenía un instante.
Durante el mes de julio, Martí y una comitiva integrada por Carlos Roloff, Serafín Sánchez, José Dolores Poyo y Carolina Rodríguez, la Patriota, realizó un recorrido por varios lugares de La Florida. Estuvieron el 21 y 22 de julio en Ocala, donde se había radicado una buena cantidad de familias cubanas y se habían establecido nuevas fábricas de cigarros. Una vez allí, visitaron de inmediato los talleres y Martí habló a los obreros, cubanos y norteamericanos, en español y en inglés; el 22, después de recorrer la ciudad, participaron en un mitin y en la despedida, en la que estuvieron presentes delegados de las fábricas de tabaco, el Apóstol improvisó un discurso en inglés. El 23, Martí y su comitiva llegaron a Jacksonville y nuestro Héroe Nacional habló a la colonia cubana, que lo recibió con entusiasmo.
Al día siguiente, 24 de julio, se hallaban en San Agustín, donde visitaron la capilla erigida en el cementerio de Tolomato, en honor del presbítero Félix Varela (La Habana, 20 de noviembre de 1788-San Agustín, La Florida, 25 de febrero de 1853) —curiosamente, pocos día después del nacimiento de José Martí—, pues el sacerdote, “aquel patriota entero” precursor del independentismo, había desarrollado gran parte de su obra en la basílica local. Dicha capilla había sido levantada con el dinero de los amigos que ayudaban a sostener al padre Varela y aún se mantiene erguida, aunque los sagrados restos fueron trasladados a Cuba en 1911 y colocados en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Ese día de julio de 1892, Martí y sus acompañantes se reunieron con los miembros de la comisión encargada de recolectar fondos para erigir un monumento a su memoria, a quienes brindaron todo su apoyo. También se reunieron con los cubanos de esa comunidad, muchos de ellos tabaqueros, y con la prensa. Martí les habló del espíritu del recién creado Partido y de los trabajos que realizaban los compatriotas en otras ciudades de Estados Unidos.
El Delegado participó en la sesión constitutiva del club independentista Padre Varela y dirigió la palabra a los emigrados. Según informaría el periódico Times-Unión el 6 de mayo de 1893, el club Varela seguía creciendo y sus miembros, no todos cubanos, estarían listos a luchar por la independencia de Cuba en cuanto Martí autorizara el levantamiento armado.
Cuando regresó a sus labores habituales en Nueva York, el Delegado recibió una carta de los compatriotas de San Agustín y la reseñó para Patria, donde apareció publicado el 6 de agosto de 1892 un artículo titulado “Ante la tumba del padre Varela”, en el cual se afirma que la ciudad de San Agustín era “[…] venerada hoy para el cubano, porque allí están, en la capilla a medio caerse, los restos de aquel patriota entero, que cuando vio incompatible el gobierno de España con el carácter y las necesidades criollas, dijo sin miedo lo que vio, y vino a morir cerca de Cuba, tan cerca de Cuba como pudo […]”.*
Cuenta el trabajo publicado cómo, según la carta, “[…] En la mesa de trabajar nos sorprendieron, y todo lo dejamos gustosísimos, este puñado de compatriotas que aquí somos, para demostrar al querido Martí y a sus compañeros el entusiasmo con que desde aquí seguimos su obra de resurrección”. De igual modo, explicaba el corresponsal cómo se había conmovido cuando “al preguntarles adónde querían ir”, les oyó decir: “Antes que todo, a la tumba del Padre Varela”. Y resumía con emocionadas palabras: “El domingo fue entero para la patria”.
De igual modo, relataban la carta y el artículo —no es posible saber exactamente qué es de una u otro— cómo “[…] recibieron los huéspedes —Martí y sus acompañantes— la visita de la comisión de recolecta para el monumento del Padre Varela” y cómo levantaron “[…] con todos los cubanos que somos aquí, el club ‘Padre Varela’”.
Otra frase de la carta, reproducida en el texto de José Martí, define: “[…] ustedes nos ganarán allá en número, pero a cumplir con nuestro deber, no van a ganarnos: porque aquí estamos de guardia, velando los huesos del santo cubano, y no le hemos de deshonrar el nombre”.
Para concluir, otra hermosa y prometedora idea, que se cumplía ya entonces y más aún cuando, antes de que transcurrieran tres años, el 24 de febrero estalló la guerra necesaria levantada por José Martí y una vez más el amor patrio cabalgó en los campos de Cuba Libre con el machete en ristre: “han vuelto los tiempos grandes”.
Nota
*Todas las citas han sido tomadas de José Martí: “Ante la tumba del padre Varela”, en Obras completas, t. 2, Colección digital, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 96-97.
Por: María Luisa García Moreno