La comunicación sigue siendo relegada no pocas veces en la toma de significativas decisiones. Se le asume como el paso último, y hasta algunos lo ven como mal necesario. No forma parte intrínseca muchas veces de la decisión misma. No se piensa en el impacto social positivo o negativo que la medida puede tener a partir de la manera de comunicar.
Importantes y positivas disposiciones recientes han visto resentido su impacto por la falta de claridad o amplitud en la comunicación. Las últimas dos notas informativas sobre las modificaciones de precios de productos que se venden en CUC son ejemplo de ello. Generalizar con por cientos los cambios que han tenido los precios de disímiles productos, de utilidad diferente, de precio base distinto y de procedencia desigual, lejos de informar no pocas veces desinforma.
Contrario a la detallada descripción de precios de la primera nota que involucraba rebajas en los precios de productos como el pollo, las dos últimas informaciones tienden a la confusión, cuando por ejemplo se habla de rebajas de 25-30 % para productos en conserva, gelatinas, natillas, granos secos, etc y después eso no se manifiesta exactamente así en los precios con que se topa la población en las tiendas.
Ello crea irritación innecesaria, desconfianza en el actuar de los colectivos de trabajadores de las tiendas que pagan justos por pecadores, cuestionamientos a la propia decisión.
He conocido de protestas lógicas y algunas airadas y fuera de forma de personas que han ido a las tiendas y se han sentido timadas porque lo que ven en el precio de un producto no se corresponde con la información pública que recibieron. Algo posible de evitar con información suficiente y utilizando todos los medios y alternativas posibles, como recomiendan las estrategias de comunicación efectiva.
Una lectora de Cubadebate comentando la noticia de hoy sobre las rebajas en las confecciones infantiles plantea en ese sentido: “De acuerdo con las rebajas, pero seguimos sin realizar una publicación de los precios actuales y los que en realidad se quedan después de la rebaja, vuelvo a sugerir que utilicen la lista de los inventarios porque ahí están los nombres de los productos y que se publiquen en un tabloide porque de otra manera sucede los que está pasando hoy que no se sabe si se rebajaron de verdad o están multados por los vendedores en las tiendas, que es lo más común, si queremos acabar con los aprovechados, entonces no le pongamos las cosas tan fáciles. Ayer en el Kiosko de la Cadena Panamericana de Tulipán y 39 en Plaza de la Revolución una señora preguntó una duda sobre el precio del aceite y la dependiente le respondió que a ello les había llegado ese, no sabía si era o no, esto es lo que sucede por la desinformación y dejarlo a cada entidad.”
Cierto es, dirán algunos, que son infinidad de productos y no habría papel suficiente en los periódicos ni tiempo en la radio y la tv para leer todos los artículos y precios (lo que por demás sería aburrido); pero el espacio digital es infinito y la información puede tener todo el largo que necesite. Y como dice el poeta: “de mano en mano pasa la verdad”. Sumémosle además las variantes que debieran encontrarse en los establecimientos de venta para que la población tenga de primera mano toda la información que busca y necesita.
Otro ejemplo de comunicación desdeñada ocurrió recientemente, cuando la filmación de la película “Rápido y Furioso” llevó al cierre de varias arterias de la capital cubana sin que una información previa le llegara a los ciudadanos que caminan o se transportan por esas áreas donde se filmó. ¿Era tan difícil usar los medios para informar sobre los cierres y evitar sorpresas y molestias? ¿No se previó a la hora de concebir la decisión de que se filmara en las calles de La Habana?
La comunicación es consustancial al ser humano. Bien hecha nos conduce a las mejores actuaciones y hasta a las mejores hazañas. Cuando no es así, los resultados pueden ser negativos o contradictorios con los propósitos.
Por Randy Alonso Falcón / Cubadebate