Resultados preliminares de un estudio de caracterización del adolescente cubano actual muestran que, sin importar sexo, raza, procedencia, ni si son citadinos o del campo, la mayoría de quienes pertenecen a ese grupo etario consideran motivo de orgullo haber nacido y vivir en esta tierra.
En diálogo con la Agencia Cubana de Noticias, la doctora en Ciencias Pedagógicas Keyla Estévez, jefa de este proyecto del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), destacó que por vez primera ese segmento poblacional es objeto de un estudio tan abarcador, integrador y minucioso.
Aplicado a partir de noviembre último en toda Cuba, el sondeo abarcó a casi tres mil sujetos mediante cuestionario y a otro millar con entrevistas individuales y en grupos focales, y todavía no ha acabado, pues ahora se están realizando estudios de casos y otras acciones con técnicas cualitativas.
Significó que la muestra es representativa de ese millón 381 mil 135 cubanos de 10 a 19 años de edad, que constituyen el 12,3 por ciento de la población del archipiélago y de los cuales 711 mil 924 pertenecen al sexo masculino (51,4 por ciento) y un millón 069 mil 039 habitan en zonas urbanas (75,5 por ciento), de acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba 2015.
Por cada territorio fueron seleccionados dos municipios: la cabecera provincial y uno de la periferia, rural preferiblemente, y en el caso de La Habana llegamos más lejos, al escoger a Plaza de la Revolución, La Habana Vieja, Arroyo Naranjo y Boyeros, para así tocar el vasto y complejo entramado de realidades y situaciones presentes hoy en la sociedad, señaló Estévez.
Para una caracterización en toda regla del adolescente cubano actual establecimos 12 áreas de estudio, por ejemplo, el entorno sociodemográfico, la escuela, la familia, los amigos, sexualidad, empleo, identidad, recreación, proyectos de vida, acceso y uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, violencia, marginalidad, enumeró.
Juzgó esencial para el éxito de tamaña empresa la participación de la Red Nacional de Investigadores sobre Juventud -nacida el ocho de diciembre de 2014 y que ha tenido en este proyecto su bautismo de fuego- y el apoyo y la asesoría de dos que saben un mundo de adolescencia: las doctoras Laura Domínguez y Lesbia Cánovas.
¿Qué nos dice el estudio? Aunque preliminares, los datos son confiables y dignos de tenerse en cuenta, destacó la investigadora del CESJ, y aludió, entre otros, al fuerte sentido de cubanidad y al orgullo de ser hijos de esta tierra, expresado por el 71,1 por ciento de los miles de muchachas y muchachos sondeados.
No son pocas las razones para tan arraigado sentimiento. Los más se inclinan por la idiosincrasia, esa manera especial de ser de los cubanos; otros refieren que para enorgullecerse basta tomar nota de las conquistas de su pueblo en materia de salud, educación, trabajo y seguridad social; e igual aluden a la independencia nacional, la cultura, las tradiciones, las artes, la religión, el idioma.
En sentido general, los resultados refrendan lo que en el mundo se ha dicho y escrito respecto a esa etapa de la vida humana, pero también hablan de rasgos peculiares, características únicas, que la propia singularidad y el contexto socioeconómico de la Antilla Mayor explican, y dotan al adolescente cubano de fisonomía propia.
No por gusto y aún cuando no está contemplado así en literatura científica alguna, incluimos en la muestra a chicos de 10 y 11 años, porque pensamos -y el estudio probó la validez de tal hipótesis- que los alumnos de quinto y sexto grados tienen más de adolescentes que de niños, y su comportamiento lo asemeja más a un escolar de secundaria, que a los de la enseñanza primaria, puntualizó.
Por supuesto que no todo es color de rosa, recalcó Estévez y en este punto se refirió a la iniciación sexual cada vez más precoz -básicamente para estar a la moda y complacer a la pareja-, así como también al cambio frecuente de compañía y al hecho de que buena parte haya declarado que sólo a veces se protegen.
Igual de temprano se estrenan muchos en el consumo de alcohol y lo peor es que buena parte asegura hacerlo, no en fiestas, paseos o centros recreativos, sino en casa y con el conocimiento y hasta la anuencia de sus padres, puntualizó.
En el tema de la preparación para la vida y qué quieren llegar a ser, también hay bastante tela por donde cortar, pues si bien un número nada despreciable parece no tener claro el concepto de estudiar ni lo asume como necesidad, lo cierto es que la mayoría aspira a recibir una buena educación, cursar estudios superiores -preferiblemente en Ciencias Médicas y Exactas-, y seguir luego superándose.
Llama la atención, sobre todo, la opinión que tienen de sus profesores, muy positiva en cuanto a la labor docente, no así en lo formativo, que es precisamente lo que define y engrandece el noble ejercicio del magisterio. Para los entrevistados, la mayoría de los maestros imparte buenas clases, pero pocos son justos, conversan con ellos, se interesan por sus problemas, los escuchan y orientan.
Las TICs son otro asunto en el cual vale la pena detenerse, señaló Estévez. Como buenos “nativos digitales”, los adolescentes cubanos de hoy están más que familiarizados y, de acuerdo con el estudio, el 78 por ciento posee algún medio asociado a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, entiéndase computadoras, móviles, acceso a Internet, reproductores de música y video…
¿Para qué los usan? Acceder a información para la escuela y los estudios -algo muy bueno, en verdad- constituye para ellos una prioridad, superada únicamente por el intercambio de fotos, música y videos, lo cual en esas edades resulta normal.
Ahora bien, ¿quiénes son, entre todos, los que más medios de este tipo tienen? Por extraño que parezca, son los de 12 y 13 años. Si a esto añadimos que, según los resultados, el 64 por ciento del total hace uso de la WiFi, ¿no será que la familia está gastando demasiado para darles el gusto, sacando dinero de donde no hay o restándoselo a cosas más importantes, a necesidades básicas?
La “espinita” de la duda trataremos de sacárnosla en la V Encuesta Nacional de Juventud, que aplicaremos este año junto con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información y con el concurso nuevamente de la Red de Investigadores sobre Juventud, expresó la investigadora del CESJ.
Por lo pronto, y aunque preliminares, los resultados del estudio reafirman que hay que trabajar, y mucho, con este grupo etario, entender y atender más y mejor sus particularidades, diseñar políticas y acciones específicas, por ejemplo, en materia de recreación, para quienes ya no son niños, pero tampoco jóvenes.
Y lo que es más importante, tenemos que unirnos, involucrar a todos los agentes socializadores en la formación de los muchachos, hacer un frente común y actuar con sistematicidad y coherencia, darle más herramientas a la familia, hacer lo imposible para tener esa escuela “sabrosa y útil” que pedía Martí y a la cual se va cada día como a una fiesta, recalcó la doctora en Ciencias Pedagógicas.
María Elena Álvarez Ponce / Agencia Cubana de Noticias