No hay duda acerca de la complejidad de los tiempos que estamos viviendo y de la necesidad, hoy más que nunca de expandir el pensamiento de cada cubano, compartir puntos de vista, aceptar las diferencias y el conflicto como algo consustancial a cualquier realidad social, evidenciándolos claramente como primer paso para el entendimiento y el logro de un consenso que exprese los intereses legítimos de la sociedad cubana.
El Congreso, especialmente el Informe Central presentado por Raúl, ha demostrado que el Partido Comunista de Cuba ha sabido desarrollar un diagnóstico convincente de la realidad social cubana, determinación que constituye el primer paso para fundamentar los análisis relativos a las proyecciones. Ha demostrado también que el partido no está de espaldas a las experiencias de otros países, pero tiene su propio criterio, construido con los pies y el oído bien pegados a la tierra. No estamos tentados a copiar nuevamente de nadie, la lección la aprendimos bien.
El congreso del partido ha demostrado que no hay institución política con mayor preparación, tradición, compromiso y experiencia para interpretar el consenso ciudadano, revelar con la necesaria fidelidad las características del presente de Cuba y delinear los caminos de su desarrollo.
La revolución es una constante rectificación
Rectificar es de sabios dice el refrán. Como es sabido, no estaba entre las proyecciones de la dirección del Partido hacer en esta ocasión un debate con la militancia y con todo el pueblo a través de sus organizaciones sociales como ha sido habitual.
Las reacciones de la ciudadanía, de militantes y no militantes, ante esa decisión inicial no se hicieron esperar; su importancia hizo que se publicara un comunicado en el periódico Granma el lunes 28 de marzo de 2016, en el que junto con el reconocimiento de que estas justamente demostraban el carácter democrático y participativo, intrínseco del socialismo cubano, se explicó la magnitud del debate popular que discutió los Lineamientos y el proceso ulterior de su seguimiento y se concluyó que: “Por todo ello más que desplegar, a mitad de camino, un nuevo proceso de debate a escala de toda la sociedad, lo que corresponde es terminar lo iniciado, continuar la ejecución de la voluntad popular expresada hace cinco años, y seguir avanzando por el rumbo que trazó el VI Congreso.”
En el propio aviso la sociedad fue informada de los pasos que se dieron para procesar las ideas volcadas en los documentos que irían al VII congreso en los que participaron alrededor de 4000 compañeros y compañeras, muchos de ellos con un importante caudal de experiencias y conocimientos. Era una cifra notable de personas las incluidas en ese análisis, pero de cualquier manera significaba estadísticamente que en una pequeña ciudad de 2500 habitantes, solo uno de ellos sabía de qué se trataba el congreso. Más allá de la evidencia numérica había importantes razones políticas para rectificar.
Entre los documentos a debatir estaban el relativo a la conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista y el referido al Programa de desarrollo económico y social hasta el 2030. Es decir, el cómo y el qué de los próximos tres quinquenios para toda la sociedad cubana. Y si bien la discusión de los Lineamientos fue fundamental y estratégica, en los más de cinco años que transcurrieron desde entonces, se han producido importantes cambios en Cuba y en el mundo que trajeron nuevos escenarios y con ellos nuevas preocupaciones en la población. No era aconsejable desde ningún punto de vista perder la oportunidad de vincular a toda la sociedad a través de sus organizaciones en el debate acerca de su presente y su futuro.
En el Informe Central el compañero Raúl, respondió a esas justas preocupaciones: “Hemos concebido –expresó- que ambos documentos, es decir, la Conceptualización y las bases del Plan Nacional de Desa¬rro¬llo, luego de su análisis en el Con¬greso, sean debatidos democráticamente por la militancia del Partido y la Unión de Jó¬venes Comunistas, representantes de las organizaciones de masas y de am¬plios sectores de la sociedad, con el propósito de enriquecerlos y perfeccionarlos.”
Es evidente el favorable impacto político de esa orientación que corrobora la tradición de la democracia socialista cubana. No se trata solamente de lo que seguramente viabilizará el flujo de valiosas consideraciones que se generen en esa consulta, sino del ejercicio mismo que consolidará el sentimiento del papel protagónico de la ciudadanía, lo cual tiene especial significación para los jóvenes, además de fortalecerse la identificación de toda la sociedad con el partido y del partido con toda la sociedad.
Los medios de comunicación social
En los procesos participativos anteriores, la divulgación de los criterios de la sociedad no ha estado a la altura de su calidad y relevancia. Lo demostró el hecho, por ejemplo, del propio debate de los Lineamientos. Solo después de la amplia y prolija divulgación de sus resultados, la sociedad estuvo al tanto de las diferentes opiniones que se estuvieron expresando en su discusión.
La política que se delineó para el acompañamiento comunicacional de tan importante proceso participativo limitó significativamente la información a la ciudadanía y la creatividad de los periodistas, comentaristas, columnistas, analistas en su función de ofrecer al público un panorama general de los puntos de vista, divulgar los criterios y fertilizar con ello la subjetividad social, con lo que se enriquecería el propio debate.
No hubo tampoco desde la mayoría de las personalidades políticas más importantes en los diferentes niveles, la activa participación en la comunicación política que necesita la sociedad. El análisis político de la realidad cubana, el tú a tú con el pueblo, el diálogo público, resultan en este minuto de la sociedad cubana más que una necesidad un imperativo para conjurar las manifestaciones de confusión, orientar y mantener el oído atento a la opinión del pueblo. Cumplir aquello que Fidel señaló como un deber de los revolucionarios: no solo saber persuadir, sino también dejarse persuadir por el pueblo.
Se trata de articular los medios de comunicación, los dirigentes políticos y el pueblo en una comunicación plena, en una comunión de ideas para enriquecer el modelo económico y social socialista y la perspectiva de desarrollo conque debemos trabajar y avanzar unidos por el futuro del país.
Se abre una nueva etapa
Concluyeron las sesiones finales del Congreso que continuará ahora diseminando sus conclusiones en la sociedad, poniéndolas a consideración del pueblo en general para enriquecer los documentos y asegurar el apoyo consciente de la gran mayoría.
El Congreso ha confirmado los principios irrenunciables de la revolución socialista cubana, ha hecho un diagnóstico certero del presente y elaborado las propuestas de cómo continuar en lo adelante, ha corroborado la esencia del socialismo cubano: la participación creciente de la ciudadanía en las decisiones fundamentales de la sociedad.
Los Lineamientos, ahora revisados y actualizados, contarán con un enfoque integral que les dará una mayor coherencia al insertarse en un concepto general de la sociedad cubana al que la sociedad podrá contribuir.
Toca entonces responder activamente al llamado del partido, estudiar y convertir en herramienta política práctica el informe central presentado por Raúl y participar en el análisis y enriquecimiento de los dos proyectos sometidos a escrutinio público. El examen de la conceptualización y de las proyecciones hasta el 2030 despertará seguramente numerosos criterios, la rica diversidad que generará su conocimiento y debate colectivo producirá las más diversas apreciaciones. Es fundamental analizarlos con rigor y detenimiento. La complejidad de la situación actual exige en ello un alto sentido de responsabilidad política y cívica.
Sus contenidos, generados del pensamiento y la práctica de los últimos años, enriquecerán la visión de quienes los estudien y participen en esos debates, mientras la aprobación de facultades al nuevo Comité Central para la redacción definitiva de ambos textos de trascendental importancia para la perspectiva del país abre la posibilidad de incorporar ideas que no faltarán en una sociedad instruida y culta políticamente, cuyas grandes mayorías están identificadas y comprometidas con el proceso revolucionario.