Que la prensa en Cuba necesita cambios no es algo discutible, por el contrario, resulta insoslayable e imprescindible. Y no hay que temer a ello. Si tal como afirmara Tubal Páez, presidente de los periodistas en el país durante 20 años y actual presidente de Honor de la Upec, “jamás se ha escrito una letra en el periodismo cubano que pueda encubrir la mentira, la falsedad, la deshonestidad”, no hay que atemorizarse porque emprendamos acciones desde ópticas diferentes a las que hemos mantenido hasta ahora.
Si cada uno trata de que quien lo lea, lo oiga o lo vea se sienta cada vez más satisfecho con lo que le ofrecemos, creo que del mismo modo necesitamos una prensa más profunda, más investigativa, más real y menos ficticia, más acorde con las exigencias de la gente.
Los periodistas, y el personal periodístico en general, hemos estado –bastante tiempo creo yo-, ansiosos de satisfacer necesidades obvias de esta profesión como son los espacios de confrontación, más y mejores vías de información y, sobre todas las cosas, hacernos sentir. Sin embargo, nos hemos acomodado y ello ha traído consigo una modorra que nos ha llevado por caminos fáciles y trillados, alejados del interés público.
Claro que como dijera ese excelente periodista que fuera Julio García Luis: “En el periodismo, lo primero es que sea periodismo”, lo cual se traduce en un texto escrito con veracidad, ameno, con una excelente y clara redacción, en una palabra, que sacíe las máximas de informar, cautivar al destinatario y, por supuesto, que trate un tema de interés y repercusión colectiva. Lo otro, la mera propaganda es sólo eso, exposición de un hecho y no pasa de ahí.
Estamos obligados a hacer del profesional de la prensa un generador y promotor de ideas, un investigador acucioso, un informante certero, un colaborador imprescindible en disímiles afanes y un censor edificante. Sólo así nos haremos respetar.
Mis colegas –entre los que me incluyo, por supuesto- tenemos el desafío de forjar una labor con el rigor de los artesanos: paciente y delicada.
No hay que olvidar que los matanceros en particular tenemos una misión muy seria. Vivimos en la región más agredida radialmente en Cuba, con presencia extranjera permanente por el turismo, todo lo cual requiere cada vez más ser más profesional, calificado y ético.
Es el periodismo uno de los oficios más nobles del mundo. Hagamos que en Matanzas tal aseveración sea justa.
Por Maritza Tejera García / Cubaperiodistas