Umberto Eco, notable escritor, semiólogo y filósofo italiano, falleció este viernes en Italia, a la edad de 84 años. Fue famoso por sus libros y ensayos sobre la materia, al igual que por su clásica novela El nombre de la rosa, que tuviera una edición en Cuba, a cargo de Arte y Literatura.
Acorde a un despacho de la agencia italiana Ansa, la familia de Eco informó al periódico La República que el escritor falleció en su casa, sin dar detalles de la causa de muerte. Eco poseía moradas en Milan y Rimini.
Como semiólogo, Umberto Eco trató de interpretar las culturas mediante sus signos y símbolos -palabras, íconos religiosos, vestuarios, registros musiales e incluso historietas. Publicó más de veinte libros de no ficción sobre estos temas, mientras impartía docencia en la Universidad de Bolonia, la más antigua de Europa.
Su indiscutible mayor éxito estuvo en la novela En el nombre de la Rosa, su ópera prima, publicada en Europa en 1980. Vendió más de diez millones de copias en unos treinta idiomas. Sin embargo, una versión cinematográfica de la misma facturada por Hollywood en 1986 bajo la batuta de Jean-Jacques Annaud y con Sean Connery en el protagónico, solo tuvo una tibia acogida.
El libro, de apasionante lectura, está ambientado en un monasterio italiano del siglo XIV donde los monjes son asesinados por sus correligionarios. Sus novelas siguientes también tuvieron masivas audiencias y demandaron siempre de los lectores absorber grandes dosis de semiótica junto a cautivantes pasajes de ficción.
Una de sus más recientes entregas, la novela, ‘Número cero’ (Penguin Random House) trata sobre ‘Domani’, un periódico ficticio y fallido montado por un ricachón para poner en aprietos a Dios sabe quién. Eco contó que se inspiró en un personaje real, que no está mencionado en el libro, Mino Peccorelli, que durante los años 60 y 70 tenía una agencia de noticias en Italia cuya circulación era limitadísima, pero llegaba a las mesas de los ministros y diputados. En él se lanzaba sospechas y era tan peligroso que lo mataron en 1979, por este pequeño pseudo-boletín que servía como instrumento de chantaje.
En una entrevista de 1995 con la revista Vogue, Umberto Eco reconoció que él no constituía una lectura fácil. “La gente siempre me pregunta cómo es que mis novelas son tan difíciles y sin embargo tienen cierto éxito, y eso me ofende. Es como si le preguntaran a una mujer ¿cómo es posible que los hombres se interesen en tí?. Luego, con su típica ironía, añadió: “Personalmente, me gustan los libros fáciles, que me pongan a dormir de inmediato.”
Con información de “The New York Times”