Hace algunos años se viene discutiendo si Internet y las redes sociales hacen a las personas más inteligentes o más tontas sin que se den cuenta, al estar inmersos por tiempo prolongado en el ciberespacio.
Especialistas y también fanáticos disputan a “fuego cruzado” entre las ventajas de las tecnologías de la información y las altas posibilidades de convertirse en adictos a causa de la hiperconexión.
Y es que este sísifo debate se ha exacerbado a raíz de una declaración del novelista y semiólogo italiano Umberto Eco, quien ha señalado que el nivel de discusión intelectual en las redes sociales es sumamente pobre.
Las redes sociales le dan derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho de hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los necios, aseveraba Eco al diario La Stampa, de Italia.
Unas afirmaciones que, lógicamente, han herido la sensibilidad de “facebookeanos” y “twitteros” y que ha generado aún más polémica en la web, donde se ha calificado al autor de El nombre de la rosa de padecer de un “elitismo intelectual”.
Sin embargo, al parecer se ha juzgado severamente al semiólogo si se tiene en cuenta que anteriormente ha precisado que el drama de Internet es el que ha promovido al tonto del pueblo al nivel del portador de la verdad.
Hoy resulta conocido que la cantidad de información existente en las redes sociales no es de muy alto nivel y que las personas suelen consumir cantidad de información “basura” o falsa, y no pocos dan por hecho que es confiable, actual y relevante.
Uno de los mayores riesgos de esta superexplosión de datos y noticias, es que se hace muy difícil discernir qué es lo realmente verídico.
Ante este fenómeno de los nuevos tiempos, Eco también ha afirmado que Internet constituye lo contrario, “a los ricos que lo saben usar les va bien; los pobres, que no lo saben usar, no tienen capacidad de distinguir”.
Aunque pueden existir probabilidades de que el tipo de información consumida esté asociada al estatus económico, el mayor reto apunta a lograr seleccionar qué es lo real, para no estar imbuidos en la burbuja de sobreinformación, donde Internet se convierte en una forma de perder el
tiempo.
Lo lógico, es que si sabemos cómo usarlo, puede ser una fuente infinita de conocimientos.
Años atrás, antes de que se produjera este boom multimediático, se hablaba de las ventajas de la red de redes y los medios de prensa reconocían, desde aquel entonces, la importancia de la inmediatez.
Mientras, se sabía que el periodista, en el nuevo escenario, tenía que cambiar la forma de estructurar el discurso con el fin de hacerlo más fácil y asequible y, principalmente, más preciso, lo que se ha convertido –en muchos casos- en sinónimo de corto.
Es así que en algunos medios dejaron atrás la profundidad y el análisis certero luego de enunciar los hechos, lo que atenta contra el esclarecimiento de la información en un mundo donde cada día se publican millones de noticias sin sentido alguno.
No obstante, muchos estudios han afirmado cómo Internet opera en la cabeza de las personas, de ahí que una pregunta sale a flote, ¿es realmente una invasión de “necios”?.
Tania Rendón Portelles ACN