La periodista y escritora Marta Rojas presentó en el Día del amor y la amistad, en la Sala Alejo Carpentier de la Fortaleza de La Cabaña, sede de la XXV Feria del Libro, su más reciente novela, donde las pasiones juegan un papel fundamental. Cuatro siglos se condensan en este viaje literario hilvanado con aventuras, sorpresas, pasiones, mucha historia y amor, bajo el título Las campanas de Juana la Loca, publicada bajo el sello de la Editorial Oriente.
La presentadora de este libro, la poeta, escritora y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, Mirta Yáñez, dijo que no pudo haber sido en mejor fecha, ya que, según ha comentado la autora, el amor es un elemento presente en muchas dimensiones en el texto.
Todo comienza en el siglo XVI y se extiende hasta el XIX. En diálogo con Juventud Rebelde, Marta Rojas explicó que «el tiempo histórico corresponde al de Juana de Castilla, la Regente, quien deseaba el cobre de la primera mina descubierta en América (las de Santiago de Cuba), para hacer las campanas de las iglesias del Nuevo Mundo».
Lo interesante es que todo es narrado en la voz de un lector de tabaquería, quien supuestamente está leyendo lo que aparece recogido en un texto escrito por un antiguo paje alemán de la reina, en los anales de la imprenta, en el Sacro Imperio Romano Germánico. De esa manera se establece un complejo manejo de los tiempos, que exhibe un curioso juego con los códigos de la literatura dentro de la literatura.
Las campanas de Juana la Loca tuvo una primera edición, que se publicó en Buenos Aires, en 2015. Entonces le correspondió a la notable periodista Stella Calloni motivar a los lectores en la Gran Sala Jorge Luis Borges, durante la Feria del Libro desarrollada en la capital argentina.
En el prólogo de aquella edición la Calloni dijo sobre Marta Rojas que «se la advierte en un momento de singular apasionamiento, como si esa narradora de obras reconocidas en el mundo —partiendo de El juicio del Moncada— concentrara en esta novela los saberes e inquietudes históricas, en una escritura trasgresora, embellecida por un lenguaje depurado en el uso de la palabra y la metáfora, que hace parte del ensueño de los escribas de la colonia, en sus propios avatares y laberintos».
Por escenarios del Caribe, Sudamérica y urbes poderosas como Hansburgo, Amberes, o simples como Ybor City, traslada al lector la premio nacional de Periodismo, y en el trayecto presenta disímiles personajes como los esclavos de El Cobre —que siempre fueron libres aunque protagonizaron una guerra de 140 o más años, como cimarrones—, indios y trabajadores alemanes, que confluyeron en aquella primera mina.
Periodismo y literatura
Vuelve a combinar magistralmente periodismo y literatura quien obtuviera el Premio Alejo Carpentier de novela con Inglesa por un año (Editorial Letras Cubanas, 2006), título que ahora también nos llega por el empeño de la casa Ediciones Boloña: por un lado se percibe a la acuciosa investigadora que nos muestra las verdades de una época y, por otro, a la incontenible narradora que con fluidez nos pasea por los mares de la ficción, a partir del análisis histórico de hechos reales.
No se equivocó Lisandro Otero, premio nacional de Literatura, al catalogarla como alguien que «posee las virtudes básicas del buen periodista… Pero además de sus cualidades de periodista, está dotada de los atributos del buen narrador, sabe contar el relato que se propone con un ritmo fluido, sereno y confortante».
Indagar y escribir sobre los componentes de la nacionalidad cubana fue un propósito constante para la escritora cubana desde la publicación de su primera novela de ficción, El columpio de Rey Spencer. Es por eso que en Santa Lujuria, su segunda obra, ese propósito cobra mayor fuerza y dimensiones pues indaga en elementos de nuestra historia, casi siempre conocidos oralmente, como la posibilidad de comprar los papeles de blanco (en términos de raza) por parte de españoles que tuvieran hijos con indias o negras, y quisieran su ascenso en la sociedad.
Ese afán de búsqueda se mantiene en Inglesa por un año, en la que intentó dibujar, desde un contexto citadino, cómo habría sido La Habana inglesa, hasta llegar a El equipaje amarillo, una novela sobre los chinos traídos a la Isla luego de la prohibición de la trata negrera.
«Como todas las anteriores, Las campanas… también es una novela de amor. Hay una pasión muy fuerte entre una criolla y un joven alemán —el supuesto paje de la Reina—. Esta ha sido la más compleja, pues abarcar casi cuatro siglos en 400 páginas no es cosa de broma. Sin embargo, el periodismo me ha ayudado a sintetizar, incluso lo imaginativo», explica Marta Rojas.
Recursos de estructura, meticulosa observación, humor, complejidades humanas, intertextualidad entre siglos y una compleja versión de nuestro proceso de mestizaje, se combinan en Las campanas… Los lectores podrán encontrar, además, aspectos curiosos como el cambio de lenguaje según la época, e intertextualidades que nos acercan al presente con versos de Silvio Rodríguez, Pablo Neruda, Federico García Lorca, raros escritos de Gastón Baquero que, según ella misma dice, le vinieron como anillo al dedo.
Para Stella Calloni, escribir una obra como esta exige «hacer asombrosos recorridos históricos y desnudar la esencia de la colonización mirando con ojos de colonizador y también con las argucias de sobrevivencia y resistencia del colonizado, en esa historia falsificada de un descubrimiento, que no fue tal, sino un enfrentamiento de culturas, imposibles de compatibilizar. Por eso Marta descubre los socavones en que se meten, sin entenderlo bien, los escribientes de la colonia».
No obstante, la periodista santiaguera —la primera corresponsal de guerra, cubana y latinoamericana en Vietnam del Sur y Cambodia— reconoce que le gusta dejar volar la imaginación. «Aunque, paralelamente hay mucha información, valor del ejercicio del periodismo y de mi modo de escribir, que no es encerrándome, sino manteniendo la proximidad y el contacto con la gente, de la cual hasta me puedo apropiar de una palabra necesaria para desarrollar una idea».
Merecidos elogios
Pedro Jorge Solans, periodista, narrador y ensayista argentino, catalogó Las campanas… como una de las obras «más modernas en su estilo y tema, así como por su contenido, que un escritor latinoamericano —en este caso escritora— ha logrado en la actualidad, dentro de lo “real maravilloso”, que inauguró y nombró Alejo Carpentier al darnos a conocer El reino de este mundo. La mencionada autora, dada la coral de personajes en sus obras, logra alcanzar un clímax tras otro».
Tres años le tomó a Marta escribir Las campanas de Juana la Loca para entregarnos estas páginas que contienen la carga enorme del tiempo, la memoria y la historia. Poseedora del don de mostrar mucho en pocas palabras, al decir de Alejo Carpentier, ella sabe tocar las fibras de la identidad y adornar con su prosa esos tejidos espirtuales de una nación.
Será por eso que Solans vaticinó que habrá un antes y un después de esta obra en nuestra narrativa latinoamericana y del Caribe. «Un estilo de contar; de novelar, que alcanza el rigor que se requiere para que sea imperecedero. Un antes y un después, reitero, se perfila en Las campanas de Juana la Loca».
Por Lourdes M. Benítez Cereijo