Fue un día de 1965… cuando conocí al que después sería uno de mis maestros en esta compleja y difícil profesión que es el periodismo. Fue durante la transición en el edificio de Prado, frente al Capitolio, cuando el Diario “La Tarde” que él dirigía dejó de publicarse para abrir paso a Juventud Rebelde, creado por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro durante un acto que tuvo lugar en el Estadio “Pedro Marrero” de La Tropical.
Abrió Vera su corazón de buen cubano y su periódico a los jóvenes… nos tomó de la mano a muchos de nosotros, día por día, a todo lo largo de casi cinco décadas.
Recuerdo con mucho cariño como convirtió en aula de Primer Año de la Licenciatura en Periodismo al salón a la entrada de la Upec en 1974, para, de acuerdo con la Jefa del Departamento de la Facultad de Humanidades, Lázara Peñones Madam, lograr que un grupo de periodistas empíricos pasáramos a ser, en cuatro muy fructíferos años, graduados universitarios.
Junto a José Antonio Benítez, Carlos Mora Herman y Enrique González Manet, el siempre afable maestro Vera aprovechó todos los recursos disponibles para crear lo que fuera el primer esfuerzo coherente para investigar científicamente sobre los medios.
Le puso un nombre llamativo “CEMEDIM”( Centro de Estudios de los Medios Masivos) y mediante sus ingentes esfuerzos logró que empezáramos a realizar muy modestos trabajos que se publicaban en el Boletín del CEMEDIM, editado en Praga, a través de la OIP, que tuvo incluso una versión en Inglés y lograrse una importante distribución internacional.
Ernesto Vera nos llevó de la mano, dándonos muchas clases magistrales con su singular estilo pausado y profundo, inculcándonos la necesidad de leer mucho, mantenernos actualizados y tratar por todos los medios de producir elementos comunicativos que fueran atractivos a los lectores del Boletín del CEMEDIM, cuya colección sería un buen material de estudio para la presente generación que cursan sus estudios en las Universidades.
Pero, para mí, una de las obras de mayor impacto y transcendía iniciadas y llevadas hasta su puesta en marcha por el maestro Vera, ha sido y será, sin dudas el Instituto Internacional de Periodismo “José Mart픨 pensado para ofrecer cursos no solo a los alumnos cubanos, sino además a través de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, a los periodistas de la región.
Consiguió Vera, con su tesón y constancia, obtener de la UNESCO los recursos tecnológicos para iniciar el largo camino de la implementación de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, y apoyó a González Manet en los ingentes esfuerzos para implementar el PIDC, Programa Internacional de Desarrollo de la Comunicación, un reto frente a la gigantesca maquinaria de los monopolios de la información.
Varias generaciones de periodistas cubanos tuvimos la dicha de contar con la presencia de Ernesto Vera, siempre dispuesto a dar consejos, leer y escuchar trabajos para dar criterios que nos ayudaron a muchos a poder hacer las cosas mejor para enfrentar a las más complejas campañas anticubanas.
Crónica del colega Arnaldo Coro Antich