Entrevista a Ernesto Vera Méndez, Premio Nacional de Periodismo José Martí, realizada por Yarisleidys Domínguez González, estudiante de primer año de Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, que fuera publicada en el blog Isla al Sur
Ernesto Vera tuvo total conciencia del proceso revolucionario estudiando en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana. Fue en los años 1955-1956 cuando varios compañeros decidieron integrarse al Movimiento 26 de Julio (M-26-7), y él estaba entre ellos. Es allí donde se les da la tarea de trabajar en la prensa clandestina revolucionaria en la edición y distribución de los periódicos Aldabonazo, Revolución y Vanguardia Obrera.
En su hacer en la prensa, después del triunfo de la Revolución fue director de las publicaciones La Calle y La Tarde. Así comenzó en el oficio quien nunca pensó ser periodista, y con el paso del tiempo la convirtió en su profesión.
Vera acota en su trayectoria la de haber sido fundador y subdirector del diario Granma, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) de 1966 a 1986, y vicepresidente de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), y es presidente de Honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). En el año 1999 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida y en la década del 80 fue galardonado con el Premio Internacional de Periodismo de la OIP
-¿Cuál es el primer trabajo que realizó en su labor periodística clandestina?
El primer periódico clandestino en el cual trabajé fue Aldabonazo, ese era el órgano del M-26-7. Cuando desembarcó el yate Granma en 1956 se le llamó Revolución, porque los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel, habían llegado. Solo se le cambió el nombre, este siguió representando la misma organización y trabajando en él las mismas personas.
-Debido a las acciones realizadas en el periodismo clandestino fue arrestado en una ocasión. ¿Cómo sucedió?
Al descubrirse la imprenta en que se publicaba clandestinamente Revolución, me arrestaron de marzo a julio de 1957, en el Vivac. Allí tenían a los pendientes de sanción que pasarían a la cárcel luego de recibir su sentencia. Mi libertad condicional vino al quinto día de estar integrando la primera huelga de hambre en el Castillo del Príncipe. Cuando salí, me incorporé a la lucha revolucionaria en la esfera de la prensa, que era donde me habían asignado.
-Una vez incorporado a la lucha revolucionaria como periodista, ¿qué otras acciones realizó?
Era virtualmente vicedirector del periódico Revolución, trabajando en esa publicación hasta enero 1960, cuando asumo el cargo de director de La Calle, fundado en 1955 por Luis Orlando Rodríguez, quien le brindó sus páginas al compañero Fidel para que escribiera artículos políticos.
En junio de 1955 la tiranía lo clausuró mediante un asalto donde la policía rompió todas las máquinas. Esta publicación se reanudó en julio de 1959 por su gran importancia histórica y en 1962 se fusionó con Prensa Libre y Combate, todos órganos de la Revolución.
De esta fusión surgió La Tarde, del cual fui también director. Este era el único vespertino y se editó desde 1962 hasta 1965 cuando se fusionó con el semanario Mella y así surgió Juventud Rebelde.
-¿Qué representó para usted trabajar en la prensa clandestina cubana?
La satisfacción de saber que he estado ayudando al proceso revolucionario cubano. Contribuíamos con el trabajo de la prensa clandestina a la creación y organización del M-26-7, dirigido por Fidel Castro. Aunque no lo sabíamos, hicimos lo que Lenin había querido al fundar Iskra en Rusia para organizar el Partido Bolchevique, y Martí cuando con el periódico Patria, contribuyó de manera destacada en la fundación del Partido Revolucionario Cubano.
-¿Qué figura del periodismo admira y por qué?
Simpatizo mucho con el ejemplo de Mario Kuchilán por la posición que asumió al oponerse a la dictadura desde su columna en Prensa Libre y por la golpeadura que recibió de la policía de Batista. También admiro a Guido García Inclán, Luis Orlando Rodríguez y Enrique de la Osa, este último por su sección En Cuba, en la revista Bohemia. El principal es Fidel Castro. No solo era un ejemplo de aptitudes políticas, sino también de periodismo investigativo. Ya desde entonces estaba abriendo un nuevo camino en el periodismo, el que exige hoy la Revolución.
-En su quehacer periodístico ha pertenecido a instituciones nacionales e internacionales como la UPEC, donde fue presidente, y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), como vicepresidente. ¿Cómo fueron esas etapas de su vida profesional?
Cuando se fundó la Unión de Periodistas de Cuba ocupé el cargo de vicepresidente. En el año 1965 asumí la presidencia de la Comisión Organizadora del II Congreso de dicha organización celebrado en 1966 donde fui electo presidente hasta el V congreso en 1986.
También fui vicepresidente de la OIP durante 25 años. Además, desempeñé el cargo de director de la Oficina Regional de esa organización para América Latina con sede en México, por lo que trabajé en ese país más de 10 años.
-¿Qué lo motivó a escribir el libro Periodismo, lucha ideológica, junto al periodista Elio Constantín Alfonso?
Lógicamente, conversamos sobre la profesión, sus características y durante mucho tiempo fuimos adquiriendo la conciencia de que nuestras experiencias se complementaban. En mi caso, por el vínculo con la prensa clandestina antes del triunfo de la Revolución, y en el caso de Elio porque había sido un periodista destacado en los medios cubanos, por lo que él se encargó de la caracterización de los que existían entonces y el libro cierra con todas mis vivencias en la etapa posterior a 1959, especialmente en la fundación de la UPEC y la FELAP, donde fui miembro de ambas comisiones organizadoras.
En dicho texto incluyo una serie de crónicas que había escrito, y sintetizo todo el pensamiento que tuve hasta la fecha y ratifico hoy; lo titulé ¿Qué periodismo queremos? El libro se editó en el año 1986 para los delegados al V Congreso de la UPEC. Todo mi razonamiento se resume en cómo los periodistas cubanos y de otros países latinoamericanos somos capaces de contribuir a la integración, la unidad y la concreción de la patria grande; ideas presentes en mis libros, como es el caso de Periodismo ético y patria grande, escrito en México, mientras estaba al frente de la Oficina de la OIP.
-En su labor como diarista de la prensa impresa, medio al que ha dedicado toda su vida, ¿cuál es el trabajo que más lo enorgullece?
Junto al fotógrafo Panchito, el poeta Roberto Branly y el dibujante y pintor José Luís Posada, estuve una quincena de Girón –eran trabajos voluntarios que se realizaron durante muchos años en el país– visitando los campamentos, las brigadas que estaban albergadas. En ese periodo llegamos hasta Camagüey y escribí las menos “incorrectas” crónicas de mi vida profesional, publicadas en el periódico La Tarde. Muchas de ellas llevaban breves poemas, dibujos y fotografías, si alguno de los artistas se inspiraba. De esa manera considero que demostré lo falso que encerraba el pensamiento de que el tema de la zafra estaba agotado.
-¿Se siente satisfecho con todo lo que ha hecho?
No, porque aspiro a más y todavía estoy en esa búsqueda. Porque no miro hacia el pasado, miro siempre al presente. Porque hay que cuidarse de creer que hemos realizado mucho y que debemos ser reconocidos, porque nadie está exento del ego. Creo que me falta casi todo por hacer. ¿Con qué se puede uno sentir totalmente satisfecho? La satisfacción total está en saber la deuda que se tiene con la vida y ser capaz de pagarla cada día. Sé que he hecho muchas cosas, pero hoy tengo la conciencia de que pudo haber sido mucho más. Aún tengo ideas sobre cosas…
-En 1999, en ocasión del VII Congreso de la UPEC, le otorgaron el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida, el más alto galardón que recibe un periodista. ¿Cuán importante es para usted ser así reconocido?
En ese momento sentí el honor de estar acompañado de catorce colegas que también lo recibieron de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro. Quizás porque fui de aquellos jóvenes que soñaban con haber sido soldado de José Martí y tuve la posibilidad de ser un combatiente clandestino de la Revolución dirigida y encabezada por Fidel: fue de esa manera que realicé el sueño, y el premio es parte de esa realidad.
-Existen personas que no valoran el Periodismo e, incluso, dudan de su efectividad como carrera universitaria. ¿Qué opina usted al respecto?
Al hablar de Periodismo se da el caso de que en no pocos países capitalistas se desconoce como una profesión y se le admite como oficio. Para mí, es una labor abnegada, de mucho sacrificio, de mucho honor. En Cuba se constata el trabajo de años con resultados como los de contar con la UPEC, la FELAP, el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Facultad de Comunicación donde se estudia como carrera universitaria. Es una profesión compleja, útil, inteligente, hermosa, comprometida y exigente. El periodista en nuestra sociedad es el intelectual de nuevo tipo, porque su pensamiento está precedido por la acción pública, arriesgada a favor de toda causa justa en Cuba o cualquier parte del mundo.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
(Tomado del Blog Isla al sur)