La sala H de la funeraria de Calzada y K, en el Vedado capitalino, está atestada de gente, en su mayoría periodistas de distintas generaciones que quisieron atestiguar su reconocimiento hacia este notable hombre del más avanzado pensamiento revolucionario y ético, Ernesto Vera Méndez, fallecido en la mañana del domingo 10 de enero.
Colegas que laboraron con el Presidente de Honor de la Upec y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) desde la prensa clandestina hasta hoy, porque Vera dedicó sus 86 años al periodismo desde todas las tribunas donde su palabra y su voz se alzaron para defender las causas justas, enseñar, analizar, dialogar, comunicar, como profesor nato de las múltiples maneras de hacer un periodismo veraz.
Dirigentes e integrantes de la Upec de distintos momentos, directivos y gente común de medios de prensa nacionales y provinciales, del ICRT, del PCC, de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), se reunieron ante las cenizas de Vera, en abrazo con sus hermosa familia, para honrar a quien es una gloria del periodismo latinoamericano.
El último de los mohicanos
La vida de Vera, se resume en una sola frase, “es el último de los Mohicanos de la prensa cubana”, afirmó Lázaro Barredo. Vera, tenía unas cualidades excepcionales hasta el último momento que estuvo de pie, fue un revolucionario. Era una persona increíble, como directivo de la prensa y en todos los puestos, con virtudes como la modestia, la humildad, un caballero en todo el sentido de la palabra, siempre dispuesto a hacer. Todas las generaciones que estuvieron vinculadas a él lo van a recordar con cariño y afecto.
La joven reportera del SITVC, Anisley Torres, expresó: Cuando conocí a Vera ya no era un joven, pero quedaban sus escritos, su impronta que legó a los jóvenes desde la academia. Es el tipo de periodista que hace falta hoy, humanista, integral, que es capaz de transmitir el mensaje.Aconsejaba a los jóvenes y les decía cómo hacer las cosas. Fue periodista hasta el último día.
Su hijo, el también colega Ernesto Vera, con todo sentimiento, dijo a Cubaperiodistas.cu: “como padre, excepcional, no quisiera otro, me siento orgulloso de ser su hijo, privilegiado de tenerlo. Era honesto, amoroso, muy fuerte de espíritu. Haber tenido esa referencia y haber compartido con él es un privilegio. Con esos recuerdos es con lo que me quedaré.
El Premio Nacional de Periodismo José Martí, Luis Sexto, emocionado, confesó: “guardaré de Vera, una imagen cómo un modelo de ética. Vera se caracterizaba por su respeto al otro y esa es la raíz de la ética, respetar al otro. Nunca dio la espalda, no respondía en voz alta, sino podía resolver un problema por lo menos se solidarizaba. Tenía en el centro de la mira al ser humano. Fundador de la Upec, organización que encabezó ya en 1966 cuando fue elegido presidente de la organización, y abrió la oficina de la presidencia que antes permanecía cerrada. A partir de su mandato, la Upec fue un centro de convocatoria. Yo aprendí el ABC del periodismo en un cuartico de la Upec, (esta era para inspirar). No fui un íntimo de vera, pero si lo admiro. Una vez le hice una entrevista extensa en su casa, por cosas del diarismo esta no la publiqué y se fue quedando, él nunca me preguntó por ella, y estando en Juventud Rebelde, la encontré y decidí hacer con ella una crónica, cuando él la leyó me dijo “ojalá que todas las entrevistas que me hacen se demoraran tanto en publicarse para que hablaran así de mí”. Creo que hoy se ha muerto el tronco de la upec, pero este ha tenido ramas, como fue Julio García Luis, o cómo es Antonio Moltó, son ramas de él. Decía San Francisco de Asís, que él veía todo como hermanas; hermana agua, hermana vida, hermana muerte, pero se equivocó, la muerte no es hermana, la hermana es la vida.
Un compañero fraterno de Ernesto, Elson Concepción Pérez, lo evocó así: “estuve durante muchos años junto a Vera en la Upec y en otros eventos. Participé junto a él en el Congreso constituyente de la Felap, en México, en 1976. Fue iniciador y fundador del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, convocó a los seminarios Latinoamericanos de Periodismo, como una forma de ayudar a los periodistas jóvenes, en los años de las dictaduras militares en Latinoamérica y Vera, al frente de la Felap, brindó ayuda a los periodistas que eran perseguidos, siempre fue un gran revolucionario, muy trabajador. El recuerdo que tendré siempre de él es que era un hombre bueno, muy conocedor de la prensa cubana y de Latinoamérica.
Otro de sus amigos, Sergio Medina García, quien estuvo en el congreso de México, en 1976, cuando se constituyó la Felap, recordó que Vera gozaba de un gran prestigio, cuando se paraba en una tribuna era escuchado y respetado, siempre trató de lograr la unidad de los periodistas latinoamericanos. En todo momento resaltaba la importancia de destacar un periodismo alternativo, ante la hegemonía de los grandes medios de comunicación, para poder hacerle frente a la información manipulada. Era fidelista, martiano, fue un maestro del periodismo cubano y latinoamericano.
Para otro Premio Nacional de Periodismo José Martí, tal vez el más joven de ellos y ellas, José Alejandro Rodríguez, la partida de Ernesto Vera le inspiró a decir: “se ha ido un referente de la ética y la decencia, aunaba la virtud pública con la personal. Siempre vivió ajustado, autorregulado, vivía con modestia, era un hombre acrisolado, se ha perdido el hombre que te estimulaba, que se acercaba y te daba aliento, era un hombre ejemplar. Le tocó vivir una etapa que no era la del gran cambio del periodismo, pero supo llevar eso. Es un hombre en la ética que hay que rescatar en el periodismo actual”.
Un compañero de muchas batallas, Jesús Hernández Pérez, evocó a Ernesto desde la solidaridad que le caracterizó: “Vera siempre estuvo ayudándome, para que entendiera la necesidad de la superación. Creamos en Juventud Rebelde el movimiento de corresponsales y nos apoyó, a pesar de que aquella idea tenía muchos detractores. Militamos en el mismo núcleo y siempre su presencia marcaba el rumbo, hablaba si era necesario, pero cuando lo hacía, tenía autoridad, era intransigente como revolucionario, pero sin caer en extremismos, era comprensivo, su modestia era excepcional. Era muy puntual. Es un orgullo haber tratado a una persona como Vera, tenerlo de amigo, era y es un paradigma para el periodismo cubano.