A orillas del río Neva, en una de las interminables noches blancas del entonces Leningrado —hoy San Petersburgo—; en el malecón habanero, despierto por la luz entrecortada del torreón del Castillo del Morro; rumbo a Sancti Spíritus, encima de una guagua repleta de excursionistas, acabados de confesarse ante la Virgen de la Caridad del Cobre; en medio de un río en Banao, con un guitarrista improvisado a caballo sobre un pedrusco saliente, he escuchado, he desafinado “Pensamiento”. No importa; los himnos brotan del pecho, no del raciocinio.
Los recuerdos me los devuelve la voz íntima y coloquial de Katia García Álvarez, locutora de Radio Sancti Spíritus. Es una tarde de 2015; 100 años atrás Rafael Gómez Mayea (Teofilito) trajo al mundo esta pieza musical, “canción de cortejo y no de diatriba, tal vez el motivo más poderoso para una aceptación misteriosa por todas las generaciones que han crecido escuchándola en el curso de 100 años”, a juicio del escritor e investigador espirituano Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo).
Tras las claves de la asimilación popular de “Pensamiento”, anduvo, igualmente, el mencionado espacio radial, que incluyó el criterio del locutor y estudioso de la música de la isla caribeña Gaspar Marrero: “La letra es muy simple, algo que realmente es muy complicado de hacer. Se basa, sobre todo, en la repetición de dos versos, eso ayuda mucho a memorizarla. “Pensamiento” se hace más fácil porque se identifica más con la manera de cantar normalmente la gente”.
En su libro “Presencia espirituana en la fonografía musical cubana”, el propio Marrero detalla la existencia de 23 versiones en disco de la canción, en los más disímiles formatos musicales, que van desde el trovador, a guitarrazo limpio, pasando por agrupaciones danzoneras, hasta la realeza de la orquesta sinfónica. Sin desconocer los artistas espirituanos, ahí están las interpretaciones de Omara Portuondo, Tito Gómez, La Sonora Ponceña, Marco Antonio Muñiz…
El locutor Ernesto Valdés, quien se precia de haber conocido a Teofilito, asegura que al músico le satisfacían las distintas versiones de su obra y, en particular, la de Eda Kian; aunque Barbarito Diez hizo una “interpretación magistral”.
Sin embargo, paralelo a la difusión de la criolla, Teofilito sufrió por casi cuatro décadas el despojo autoral de “Pensamiento”, historia surgida el 15 de marzo de 1923, cuando la grabaron Eusebio Delfín y Rita Montaner para la RCA Víctor con el acompañamiento de la orquesta dirigida por Eduardo Sánchez de Fuentes, consignado en la placa discográfica como el padre de la pieza.
Los antecedentes del infortunio poseen dos puntos de vista. Según el historiador Armando Legón Toledo, en entrevista al colega Manuel Echevarría Gómez, Sindo Garay vino a Sancti Spíritus como trapecista de circo en 1917 y recogió la canción y la montó en su repertorio. En La Habana la escuchó Eduardo Sánchez de Fuentes y la inscribió como propia.
La otra mirada viene de Teofilito, quien, entrevistado por Arsenio Madrigal, le confesó en un diálogo que atesora el fondo patrimonial de la emisora provincial el origen del entuerto. Relató el compositor que un cantante oriental, llamado Eutimio, que había en Sancti Spíritus, se llevó la canción para Camagüey, donde la escuchó Sindo Garay, quien la sumó a su repertorio. Luego el autor de “La tarde”, amigo de Sánchez de Fuentes, partió hacia La Habana y allí se grabaría por primera vez a nombre de este último.
Músicos e investigadores como Marta Valdés, Lino Betancourt, Sixto Edelmiro Bonachea y el propio Gaspar Marrero han comentado sobre el diferendo; pero la pregunta de hoy sería: ¿qué hubiera ocurrido si en 1962 Odilio Urfé, entonces director del Instituto Musical de Investigaciones Folclóricas, no hubiera tomado cartas en el asunto para esclarecer el error? Sánchez de Fuentes, de merecido prestigio, falleció en 1944 sin inquietarse por rectificar la injusticia.
Al propio Arsenio Madrigal, el autor de más de 200 composiciones, entre danzones, guarachas, puntos espirituanos, valses, claves, habaneras, congas… le declaró con palabra limpia de solemne retórica: “El momento más emocionante que yo he tenido fue cuando reconocieron la canción Pensamiento. El señor Odilio Urfé se tomó el gran empeño”.
Teofilito narró que aprendió “a músico” —como decía— debido a una discusión con otro, Francisco Iznaga, quien no acertaba con el tono, mientras montaban el danzón La cumbancha, de “melodía preciosa, pero difícil”. “Esto está en do menor, maestro”, le advirtió Rafael Gómez. “¿Cómo va a estar en do menor, si usted no conoce de música?”, le espetó su interlocutor. “Aquí la guitarra me da tono de do menor”, le aclaró Teofilito.
Y como Iznaga seguía plantado, Miguelito Companioni le aconsejó: “Rafael, no discutas más; vamos a poner otro”. Luego, el autor de la también antológica Mujer perjura le recomendó: “Aprende a músico, aprende”. Tiempo después, en una fiesta en El Jíbaro, presentaron la pieza. Francisco apenas atinó a decir: “Me parece que yo he oído esto”, y ni corto ni perezoso Teofilito le replicó: “Este es el danzón que usted me decía que no estaba en do menor”.
Nacido el 20 de abril de 1889 —a las seis de la mañana, añadía siempre él—, llegó a dominar el timbal, el acordeón, la bandurria, la flauta, el clarinete y, por supuesto, la guitarra, la novia sempiterna del trovador.
Nueve años transcurrieron entre el bolero “Solo por ti”, su primera obra, y “Pensamiento”, que devino el sello de identificación de “Radio Sancti Spíritus” a inicios de la década de los 60 del siglo anterior, según el locutor Ernesto Valdés, uno de los testimoniantes del programa especial de la emisora transmitido el 19 de junio pasado, escrito y dirigido por Erick Rodríguez.
La iniciativa se debió a Arsenio Madrigal, quien reconoció la calidad interpretativa de la versión de la Orquesta de Antonio María Romeu, que acompañaba a Barbarito Diez. Hasta esa fecha, un locutor en seco —como suele plantearse en el argot radial— identificaba la estación: “Esta es “Radio Nacional, CMHT, desde Sancti Spíritus, Cuba”.
Cuando Madrigal concluyó su mandato en la emisora a finales de la década de los 60, la dirección general de la Radio en la antigua provincia de Las Villas, radicada en Santa Clara, eliminó “Pensamiento” de la identificación e, incluso, se manejó la peregrina idea de emplear para tales fines a “Globos rojos”de Los Mustang, o a “Black is black”, de Los Bravos.
“Al parecer se dieron cuenta de que aquello era una tremenda locura y no se hizo; sin embargo, “Pensamiento” no se puso nunca más, hasta que entró a dirigir la emisora una persona que también era proclive al gusto por lo espirituano, y me atreví a sugerir que la retomáramos; pudo haber sido en 1976”, evoca Ernesto Valdés, Premio Nacional de Radio.
Como no pocos espirituanos, este maestro de locutores sabe las circunstancias que rodearon el nacimiento de la canción aquella tarde del 1915 en la finca del hacendado Juan Ordaz, en las cercanías de Guasimal, al calor del cumpleaños 16 de su hija Rosa María Ordaz, nombrada Fragancia en el juego floral organizado por Francisco Milanés, relataría Teofilito. “Las mujeres llevaban el nombre de una flor y los hombres teníamos un número; yo era el número 10. Ese juego lo corríamos al son de un vals con unos versos, que el mismo Milanés me trajo cuatro o cinco días antes a casa”.
Luego vino el gesto de galantería de Rafael Gómez a la cumpleañera, quien le había recriminado amigablemente que no había cantado para ella; impelido, el músico le respondió a través de otra joven, bautizada con el seudónimo de Pensamiento para la ocasión. Guitarra en mano, el trovador, fallecido el 7 de abril de 1971, interpretó con galanura: “Pensamiento:/ Dile a Fragancia que yo la quiero/ Que no la puedo olvidar/ (…) Dile que yo la venero…”
De por medio, una centuria del acontecimiento cultural, cuya celebración fue desaprovechada en gran medida en la provincia, al subestimarse esta criolla que “representa por la fuerza íntima de su lirismo, el referente musical más aceptado por los espirituanos”, como ha sostenido Juanelo.
Por suerte, nadie podrá asombrarse si en Tenerife, Miami, Guanahacabibes o en la mismísima Primada de Cuba, Baracoa, usted escucha o canta, al compás de la añoranza, ese “Pensamiento” mío y del mundo.
Por Enrique Ojito / Tomado de www.escambray.cu