No pasa el tiempo entre la página que tiene vocación de permanecer, entre la lúcida visión de un ser que se tiende sobre su mano en los largos segundos de la eternidad y plasma su horizonte en las planas de un periódico.
Pablo de la Torriente Brau es una especie de hombre y tinta, a donde debiéramos regresar en cada crisis, o cada duda, que atraviesa el periodismo cubano contemporáneo. Es fuente inagotable de lecciones que aún no aprendemos y son necesarias, es manantial resurgente de genio y capacidad para enfrentarse a realidades adversas.
Miriam Rodríguez Betancourt, Premio Nacional de periodismo José Martí, y Jesús Arencibia Lorenzo, periodista de Juventud Rebelde, fueron los compiladores del libro Pablo de la Torriente Brau, pasión de contar. Este pretende saldar la deuda cubana con Pablo de periodista a periodista. Fue publicado por la editorial del mismo nombre perteneciente a la UPEC y con él se inaugura una colección titulada Periodismo como visión.
El patio del semanario 5 de Septiembre en Cienfuegos devino espacio para presentar dicho volumen por Rodríguez Betancourt. Momento también de celebración por cumplirse en el próximo diciembre los 30 años de creación de dicha casa editorial.
Un libro sobre Pablo periodista no se había publicado antes en el país. En este compendio el 75 por ciento de los trabajos fueron escritos por periodistas, el otro 25 por personal vinculado con los medios de prensa. Se logró reunir un total de 15 ensayos y dar respuesta a 28 cuestionarios con preguntas sobre la dimensión actual de Pablo en el periodismo que se practica hoy en Cuba.
El texto cuenta, además, con un reportaje investigativo realizado por estudiantes de la Facultad de Comunicación de La Habana, sobre la situación de los restos de Pablo de la Torriente. Incluye una cronología comentada de los hechos más trascendentes de su vida, un pliego fotográfico y una selección de su obra periodística.
Se trata de revivir el periodismo de este hombre para que, re-estudiándolo, encontremos nuevas maneras de decir, de enjuiciar con un verbo claro que profetice y remedie las carencias lógicas de las sociedades. Se trata, de, con semejantes contextos volver a leer (sentados en la sala o en una acera) en un periódico:
“El que quiera conocer otro país, sin ir al extranjero, que se vaya a las montañas de Oriente donde está el Realengo 18 (…) Que se monte en una mula pequeña y de cascos firmes y se adentre por los montes donde la luz es poca a las tres de la tarde y los ríos, de precipitado cauce, se deslizan claros por el fondo de los barrancos, con las aguas frías como si vinieran del monte”.
Melissa Cordero Novo