A veces cuando una escucha una noticia en la televisión acerca de la entrega de un premio, siente alegría, otras veces indiferencia. Pero hay algunas que el regocijo es grande y hace nacer una exclamación delante de los visitantes. Eso me sucedió cuando me enteré que Daniel Diez es el Premio Nacional de Televisión en el 2015.
El emigrante hacia la Sierra Maestra fundó, después de años de batallar, la Televisión Serrana. En el ICRT para él se hizo la vicepresidencia creativa, un cargo a su medida: creó los grupos de creación, estimuló la realización de excelentes dramas y logró algo que parecía imposible: el florecimiento de un incipiente ambiente de diálogo, debate y creación. No le bastó con eso: organizó ¡por fin! el festival de la televisión. ¿Es Daniel entonces o no un REVOLUCIONARIO?. Sirvan estas dos entrevistas, de muchas que le hice, para ilustrar mi afirmación de que sí, que es de aquellos hombres que luchan por cambiar todo lo que tiene ser cambiado.
EL MEJOR AMANTE DE LAS SERRANÍAS
Inquieto y audaz, hombre de decir lo que piensa mirando a los ojos, Daniel Diez tiene una vasta obra como documentalista; pero acumula dos experiencias singulares de dirección: fundar y dirigir la Televisión Serrana y ser vicepresidente para el área creativa del ICRT. En ambos casos el funcionario siempre fue artista; se recuerdan tantos y buenos programas de numerosos autores que pudieron desplegar su fantasía con la comprensión de Daniel.
¿Jugabas de niño a inventar melodías? ¿Estudiaste música? ¿Qué hacías por esos años?
-Recuerdo que un día les pedí a mis padres que me compraran una trompeta, porque era un instrumento que me gustaba mucho; pero como no había suficiente dinero para invertir en algo que nadie pensaba que era necesario, me conformé con una filarmónica. Después participé en actividades culturales danzando y cantando. Estuve en coros de diferentes escuelas. Incluso fui parte de un trío de voces y miembro de un grupo de mozambique, tocando el cencerro, cuando estudiaba electrónica como becado en la Escuela Técnica de Comunicaciones Osvaldo Herrera.
“Un momento importantísimo para mi formación fue la cantidad de grabaciones que en esa época realizaba el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC en las que yo participaba junto a Gerónimo Labrada, que era el sonidista oficial y profesor del grupo. La relación musical con ellos, junto a Leo Brower y todos los músicos que lo integraban (Silvio, Pablo, Noel, Leonardo Acosta, Sergio Vitier…) me ayudó a tener una mayor comprensión de lo que significaba la creación musical y la importancia de la música dentro del cine. Agrego mi trabajo como sonidista y musicalizador del Noticiero ICAIC”.
Fuiste sonidista de Santiago Álvarez. ¿Me cuentas cómo se le hizo la banda sonora al primer trasplante cardiaco?
-El sudafricano doctor Christian Barnard fue el primero en realizar un trasplante de corazón. Esas imágenes llegaron al Noticiero ICAIC a través del servicio de la agencia de noticias REUTER, que tenía un convenio consistente en enviar determinadas informaciones en imágenes de cine (celuloide) sin sonido, y que llegaba con una semana de diferencia al hecho producido, por lo que la noticia ya se había dado a conocer por todos los órganos noticiosos del país. De todas formas eran imágenes que no se habían visto y se decidió incorporarlas al noticiero. El problema empezó cuando Santiago pidió como banda sonora exclusivamente el latido de un corazón.
“Fuimos al archivo a buscar entre los discos de 78 r.p.m. el latido del corazón, pero el scrach –un ruido muy fuerte que aparecía en este tipo de registro provocado por el tiempo– no permitía utilizarlo. Santiago pidió entonces que fuéramos al ICRT y buscáramos allí, lo que también fue infructuoso. Llamamos a un efectista y ninguno de los artilugios utilizados lo convencía. Tratamos de grabar directo un corazón con un micrófono… y nada. Eran la cinco de la madrugada y llevábamos casi veinticuatro horas realizando ese noticiero. Para nosotros lo mismo nos daba un corazón que el sonido de un avión, pero él era intransigente con el que quería.
“De pronto se empezó a sentir en el estudio un sonido que parecía un corazón, y Santiago dijo: ese es el sonido de corazón que quiero. ¿Quién lo está haciendo? Todos nos miramos, pues no sabíamos qué era aquello. Comenzamos a buscar y era que en ese tiempo los tocadiscos profesionales no funcionaban automáticamente, se colocaba el brazo con la aguja reproductora con la mano y se retiraba de igual forma, y como no se había quitado el brazo en la prueba anterior, este había quedado brincando en los surcos del disco que están al final. Alguien había abierto sin querer el canal de la consola de audio donde estaba conectado el tocadiscos. Ese fue el sonido que se montó como banda sonora del primer trasplante de corazón en el Noticiero ICAIC. Son cosas del cine”.
¿Cuándo comienza tu vínculo con la televisión?
-Desde el mismo Noticiero ICAIC, pues participábamos juntos en varias actividades donde siempre tomábamos las señales de audio o emplazábamos las cámaras una al lado de la otra. Así conocí a directores, camarógrafos, sonidistas y miembros del staff de trabajo de la televisión. Con los años, en 1981 me propusieron trabajar en la Revista de la mañana como jefe de información, periodista y documentalista.
“En realidad me entusiasmaba la idea, pero no estaba muy decidido. Un día, editando un noticiero, vi por la televisión la noticia del atentado al presidente de Egipto, hecho que había ocurrido hacía unas pocas horas, pero como ya funcionaba el videotape, llego rapidísimo la información.
“Al otro día hablé con Santiago Álvarez y le pedí permiso para trabajar en la televisión, pues la nueva tecnología permitía hacer el periodismo mucho más rápido y con gran calidad, como él siempre había soñado. Santiago lo pensó mucho; pero yo le recordé que él decía que quisiera tener una cámara en cada ojo y un micrófono en cada oído para grabar instantáneamente los sucesos, y que yo tenía esa oportunidad ahora.
“Lo pensó y me dio su visto bueno. Así empecé a trabajar en la «Revista de la mañana». Después me formé como director de programas”.
¿Por qué tu interés de reflejar las minorías?
-Es algo que está dentro de mí y que me es muy difícil de explicar. Pienso que primero está la formación que me dieron mis padres y los años en los que pertenecí a la iglesia Bautista, donde estudiaba la Biblia con un grupo de jovencitos que se llamaban Los Heraldos del Rey, y que me hicieron comprender los valores espirituales de la gente humilde. Después llega el triunfo de la revolución cubana que enarbolaba esos valores como premisa indispensable de todo revolucionario y por ahí están, creo yo, los inicios de estas ideas.
¿Cómo llegaste a concebir la Televisión Serrana?
-Yo fui alfabetizador Conrado Benítez en las montañas de la Sierra Maestra, lo que me marcó para siempre. Ver de cerca sus vidas y convivir sus alegrías y penurias ha sido siempre imposible quitármelo de la mente. Gracias incluso a ello no solo pienso en los campesinos de la Sierra, sino que me han ayudado a mi trabajo de compenetración con el mundo indígena de Latinoamérica y de otras regiones del mundo al que llevo años entregándome. Debo agregar la posibilidad para poder experimentar nuevas formas de hacer televisión, apartándome de los cánones establecidos y de la inmensa cantidad de personas que parecen que trabajan y realmente solo viven de los programas que hacen los realizadores. Era también tener una mirada del país desde una comunidad serrana y por tanto aislada. Era, en fin, la posibilidad de demostrarles a esos serranos la importancia de sus vidas y su entrega al trabajo, mostrar los elementos culturales que poseen esas zonas del país haciendo comprender al resto de la nación que esas tradiciones y mitos que conforman parte de la nacionalidad cubana no deben dejarse de tener en cuenta. Por supuesto que está Martí y su obra, en especial Maestros ambulantes. La Televisión Serrana siempre la pensé como un proyecto cultural, y eso sigue siendo, por suerte y a pesar de muchos.
¿Qué te aportó como profesional esa experiencia?
-Pude conocer mejor a los seres humanos y tuve la oportunidad de contar historias alejadas de los centros urbanos. Me ayudó a tener una mirada más profunda, más cerca de las esencias; me enseñó a entender mejor la naturaleza y su lenguaje, que muchas veces no sabemos descifrar, aunque constantemente nos esté lanzando mensajes; me demostró que aunque tengas buenas ideas siempre aparecerán los miembros de la Comisión Nacional de Obstáculos para decir que no se puede, que no es el momento o que no hay condiciones.
“Debo destacar que cuando nadie creía o no estaba de acuerdo, Ismael González, Manelo, que era presidente del ICRT, sí me apoyó; pero no tenía recursos para llevar adelante la idea y me facilitó el contacto con la UNESCO”.
¿Acaso no extrañas las lomas que arrullaste con tu cámara?
-Mucho…, sus imágenes, sus sonidos, su gente…; la espiritualidad que se respira en ese lugar, donde puedes ver tu sombra y descubrir que en el cielo hay más estrellas que las que tú creías.
¿Se mantiene aquel proyecto que fue primero un sueño?
-Sí, aún se mantiene, aunque a veces siento que no se le da la importancia que merece el trabajo comunitario y participativo. Claro que hay quienes nunca van a entender. Ojalá no sean los que tengan que decidir sobre la Televisión Serrana.
Entre tus méritos como vicepresidente del ICRT está potenciar las obras de autor en los teledramas y el parto de los grupos de creación. ¿Por qué tal interés?
-Sigo creyendo en los creadores y en su acto de creación. Sigo pensando que la televisión puede llegar a ser un medio de expresión artística y no un simple informador y transmisor de banalidades.
¿Qué te dejó ese trabajo en la televisión?
-Te contaré de lo bueno y de lo malo. Conocí verdaderos artistas comprometidos con su obra, y traté que tuvieran un espacio de reflexión y análisis sobre todo lo que tuviera que ver con su proceso creativo. Me enseñó a ser paciente y saber esperar. Por otra parte, detuvo mis posibilidades de creador, me envolvió la tristeza tanta burocracia y me llenaron de insatisfacciones las decisiones dogmáticas y arranca sueños.
“Me estaba convirtiendo en un ser cansado y sin energía. Lo que más daño me hizo fueron las guerritas internas que nunca pude entender”.
¿Cómo consideras que debe ser una televisión buena? ¿Se puede mejorar la nuestra a pesar de las limitaciones económicas?
-No sé qué quieres decir exactamente con una televisión buena; pero sí, pienso que debe estar más cerca de ser un medio de creación artística e informativa con profundidad de análisis periodístico, que un medio masivo de difusión. Esto último queda algo difuso.
¿Qué proyectos tienes ahora y cuál es tu último documental?
-Mi último documental fue Saber de sí, que aborda los valores que poseen los seres humanos que predican el espiritismo. Ahora estoy investigando para seguir mostrando los valores humanos que tristemente se están perdiendo, pero que aún existen personas que los mantienen vivos. Quiero encontrarlos y enseñarlos para demostrar que esa es una manera muy hermosa de ser feliz.
UN SUEÑO QUE NO TERMINA
Quizá en sus ancestros Daniel Diez tiene genes de indígena. Defiende con tal pasión a las minorías y a los seres humanos que habitan las montañas, que pareciera un hombre de campo y no un citadino como es.
Por eso cita a Martí casi de memoria: “Las ciudades son la mente de las naciones; pero su corazón, donde se agolpa, y de donde se reparte la sangre, está en los campos. Los hombres son todavía máquinas de comer, y relicarios de preocupaciones. Es necesario hacer de cada hombre una antorcha”.
Pienso que esa es la razón por la que este año ganó el Premio Las cámaras de la diversidad para proyectos de investigación sobre audiovisual comunitario y, en especial, indígena y afrodescendiente en Latinoamérica y el Caribe, convocado por la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL).
El proyecto de investigación es “La Televisión Serrana: una experiencia audiovisual comunitaria”. Le pregunto a Daniel por qué le otorgaron el lauro y me contesta:
“El propósito de esta investigación es poder mostrar, en blanco y negro la obra de la TV Serrana que tiene como premisa el trabajo Audiovisual Comunitario y Participativo, y que desde hace 19 años funciona en las montañas de la Sierra Maestra, en la localidad de San Pablo de Yao, del municipio de Buey Arriba de Granma situada en el extremo oriental de la Isla de Cuba y visibilizar, el impacto cultural que ha tenido para esa comunidad y la sociedad cubana su obra documental, y una serie de iniciativas socioculturales ligadas a la vida de los habitantes de esta comunidad.
“Se hace necesario mostrar las experiencias realizadas y que con más de 500 documentales realizados y premios nacionales e internacionales demuestren la importancia de la producción de documentales (es decir, el arte en función de estas zonas del país) en los medios de comunicación audiovisuales que trabajan en comunidades aisladas.”
¿Qué logros le ves a esa investigación?
-Despertar el interés porque se salvaguarde del olvido los elementos culturales que las caracterizan, se colabore con su desarrollo, contribuya a la toma de decisiones de estas comunidades y quienes las dirigen en aras de buscar soluciones a sus problemas, colaborar en el proceso de consolidación de sus identidades, mostrar los valores morales que guardan las personas que aún viven en ellas, su importancia en el desarrollo económico del país, lograr que el resto de la nación reconozca esas comunidades como parte de la sociedad y rescatar la oralidad como forma de preservar la memoria.
¿Cómo piensas realizarla?
-A partir de la investigación evidenciar lo que es una comunidad y las características que la hacen diferente del resto y como cada una de ellas es productora y reproductora de sentidos; visibilizar determinadas actividades en comunidades de afrodescendientes cuyos cultos se diferencian de las del resto del país; mostrar los elementos de nuestros aborígenes que aún permanecen en la vida de estas comunidades; evaluar la estrategia para la transferencia tecnológica a los miembros de la Comunidad y destacar que el trabajo comunitario solo será factible cuando sea participativo y se utilice, por tanto, una comunicación dialógica que permita el diálogo entre emisor y receptor.
¿Quiénes o qué grupos de creadores han recibido hasta ahora el Premio Las cámaras de la diversidad?
-Es entregado por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y por la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, UNESCO, en La Habana. Esta es la tercera ocasión que se otorga y lo han recibido otros proyectos de investigación en América Latina.
¿Sigue siendo un sueño de noches con estrellas la Televisión serrana?
-Es el tipo de sueño que no termina nunca, porque habla de la vida de los hombres y mujeres que habitan la Sierra Maestra y de su entorno: la naturaleza y eso es infinito.
¿Se mantienen los principios fundacionales de este singular proyecto?
-Es una preocupación constante que no se abandonen sus principios de amor a los habitantes de esas comunidades para elevar su autoestima y que el resto del país tenga presente los elementos socioculturales que son característicos de esta manera de vivir en nuestro país.
¿En qué trabajo andas hoy involucrado?
-Sigo dando clases en la FAMCA del ISA, en el Aula Santiago Álvarez de la escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación Social de la U. H., realizando documentales, preparando mi Doctorado y soñando otras televisiones como la Serrana en el resto del país.
Fuente: Cubadebate.cu