Las bromas de Raúl
Raúl Castro no se perdió la fiesta de Baikonur. Desde que llegó al cosmódromo no dejó de bromear con Romanenko y Tamayo y otros cosmonautas sovíéticos.
Quien no haya tratado al actual Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros puede quedar agradablemente sorprendido por su personalidad , en la que se integran armónicamente el hombre de Estado y el típico cubano que no deja escapar la oportunidad de hacer una broma siempre en un sentido constructivo. En Baikonur hizo gala, a cada rato, de sus ocurrencias con las cuales buscaba distender la ansiedad por los riesgos a que se enfrentaban los tripulantes de la Soyuz 38.
Les narro, a modo de ejemplo, algunas de sus ocurrencias:
El mismo día 18 de septiembre, el día del vuelo, Raúl llegó a Baikonur. Vio en el hotel Kosmonavt a los dos cosmonautas. Estaban ambos dentro de una jaula de cristal. “Tengo solo que verlos. No puedo abrazarlos, pues están enjaulados”. Tamayo le dice: “Ya nos ve. Estamos en cuarentena”. “¿Cómo se sienten?”, les pregunta el dirigente cubano. Romanenko dice “Bien”, Raúl, fijándose en la piel blanca del cosmonauta ruso y contrastándola con la piel negra de Tamayo, le pregunta: “Pero Romanenko , ¿qué hizo con el sol que se llevó de Cuba?” Todos entendimos que había estado en Varadero. Genial es la respuesta del jefe de la Soyuz-38: “Trataremos, hoy mismo dentro de varias horas, de encender ese sol en el cosmos.”
Raúl cuenta entonces que hace 11 años estuvo en Baikonur, y añade: “Presenciamos la colocación en órbita de varios satélites. El viaje es sencillo. Sale despacito el cohete…es como si fuese un puro de esos que se fuma Fidel. Aquella vez todo salió bien y estamos confiados en que hoy también será igual”.
Minutos antes del despegue, tras prometer que no tocaría a los cosmonautas, Raúl se situó entre los dos cosmonautas, vestidos con sus escafandras y al lado del ómnibus que los trasladaría hacia la rampa de lanzamiento y al elevador del cohete. Algo no estaba en el programa: se autorizó a Raúl a hacerse una foto junto a ellos. En la foto, con que acompañamos esta nota, los tres están sonrientes. Qué les había dicho el entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Estábamos algo lejos y no pudimos escuchar el diálogo.
En otra oportunidad, Raúl le recuerda a Tamayo las veces que lo hizo correr en Cuba, desde la Sierra Maestra hasta el Segundo Frente. “Dos veces”, responde el cosmonauta“. Y responde Raúl: Tú habías subido al Turquino cinco veces. Yo lo tengo subido 9 veces y la última vez que lo voy a hacer será cuando cumpla cincuenta años, pero para eso todavía falta mucho”.
Los periodistas cubanos que estábamos en Baikonur tuvimos el privilegio de disfrutar de estas conversaciones entre Raúl y los cosmonautas. Alejadas de todo protocolo. Con la fraternidad de hermanos.
Las bromas de Raúl estaban presentes cuando la delegación cubana efectuaba la siembra de un árbol en la llamada Alameda de la Amistad. Cuando viajó al cosmos en 1965 el cosmonauta Leonov plantó un árbol karagache, el único que se da en ese desierto kazajo, y que era en 1980 uno de los más hermosos y grandes que se veían allí. Mientras palea la tierra, Raúl bromea: “Este va a crecer más rápido que el de Leonov, Voy a mandar vitaminas desde Cuba para que crezca rápido” . Y rápidamente, sonriente Leonov pregunta: ¿Azúcar o ron”. Y Raúl Le dice: le vamos a echar agua con azúcar”.
Otras bromas quedaban en el tintero: Cuando los cosmonautas recibieron la orden de subirse al ómnibus, Raúl, señalando con su brazo hacia el sitio en que erguía el cohete, dijo, “No puedo ir con ustedes, porque no admiten ministros. ¿Estoy todavía a tiempo de ir?”. Y cuando el ómnibus emprendió la marcha, se acercó al cosmonauta Shatalov, y le comentó: “Son ustedes supersticiosos. Porque cuando Romanenko rendía el parte un gato pasó por detrás. ¿Ocurrió eso en algún vuelo anterior? Todos reímos, pero seguidamente hubo un silencio profundo”.
Los periodistas cubanos no escaparon de las bromas de Raúl. En un momento del recorrido dijo: Esos deben ser los periodistas cubanos, pues los veo un poco de más prietos que los demás. Dijo unas palabras, también en tono de broma, sobre Eddy Martin “el hombre que gana todos los juegos de pelotas para nosotros…pero cuando perdemos dicen que los árbitros nos dieron cuchilla”.
Ese es el Raúl ocurrente, humano, simpático y alegre. No es el feroz personaje que los enemigos de Cuba han estado presentando por más de medio de siglo por defender los principios justos de la Revolución.
Redacción de Cubaperiodistas.cu