COLUMNISTAS

Los invasores del siglo XXI

El cinismo criminal con que los medios de comunicación y los gobiernos europeos manejan el tema de la inmigración instalando la falsa idea de que Europa es la “víctima” de esa situación ha desbordado todos los límites y reforzado el fascismo con que hoy manejan las grandes potencias sus “relaciones internacionales” y también las internas.

Si los gobiernos europeos, que hundieron sus propios países en función de la estratégica expansión global del imperio, dilapidando millones de dólares para “pagar” las armas de destrucción masiva que utiliza la Organización del Atlántico Norte (OTAN), quieren una solución, esta es retirar sus tropas de los países invadidos y ocupados en lo que va del siglo XXI.

Si los gobiernos europeos quieren una solución, esta es retirar sus tropas de los países invadidos y ocupados en lo que va del siglo XXI.

Si ordenaran al Ejército Islámico, conformado por mercenarios de ochenta países del mundo –que de islamitas sólo tienen el nombre– usados como una nueva estrategia para disfrazar la invasión de tropas terrestres y bombardeos contra Siria, no necesitarían levantar muros contra los inmigrantes.

La imagen de un niño recogido en una playa de Turquía después de un naufragio de decenas que han sucedido ante la indiferencia de los organismos internacionales y del mundo en general es sólo la punta del iceberg de la tragedia. Hay que advertir en este caso que se han planteado sospechas, y algunos analistas europeos han advertido sobre la no remota posibilidad de que esto sea –como ha sucedido en otras situaciones similares– el uso de la tragedia para que la OTAN termine bombardeando al gobierno de Bashar Al Assad, democráticamente elegido por su pueblo.

La imagen de un niño es sólo la punta del iceberg de la tragedia. Algunos analistas europeos han advertido sobre la no remota posibilidad de que esto sea el uso de la tragedia para que la OTAN termine bombardeando al gobierno de Bashar Al Assad, democráticamente elegido por su pueblo.

Sorprende, por ejemplo, que la Comisión de Investigación de la ONU haya publicado su último informe sobre violaciones de los derechos humanos en Siria, “después de cientos de horas de investigaciones detalladas”. Se señala que, una vez más, la investigación ha encontrado evidencia de abusos y violaciones de derechos humanos en Siria, “en particular los del régimen sirio”. Comentando sobre el informe, Tobías Ellwood, ministro para Medio Oriente del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido, dijo que “este último informe de la ONU describe violaciones atroces de los derechos humanos en Siria. El régimen de Assad es responsable de los abusos en gran escala, con la continuación del uso indiscriminado de bombas de cañón, artillería, armas químicas y la detención ilegal y la tortura”.

Y añade: “las acciones del ISIL y otros grupos extremistas son brutales e inhumanas, con abusos, incluyendo múltiples ejecuciones sumarias, la esclavitud sexual de mujeres yazidi y reclutamiento forzoso de niños soldados […] El Reino Unido condena en los términos más enérgicos todas las violaciones de derechos humanos que están teniendo lugar en Siria diariamente. Tenemos que detener a los autores y tenemos que ver una solución política a este conflicto, librar a Siria de la dictadura, y ayudar a derrotar el flagelo de ISIL”.

Podemos interpretar lo que significa “librar a Siria de la dictadura”. ¿Será la justificación para invadir abiertamente Siria? Lo asombroso es que en este mismo momento aparezca el informe de la ONU, como si hubiera una coordinación especial para justificar lo que no han podido hacer hasta ahora.

Algo para recordar

Precisamente, las personalidades verdaderamente neutrales que han visitado Siria saben de dónde vienen las armas químicas, los bombardeos, las masacres terribles, las violaciones. Monjas católicas sirias han denunciado a los mercenarios, a los invasores, por estos crímenes de lesa humanidad.

La pregunta es si una vez más, como hicieron en Libia, la ONU aparecerá como cómplice de la “solución final”. Es decir, cumplir con lo que desde un principio adelantó la ex secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, advirtiendo que no interesaba el diálogo ni las propuestas del Gobierno sirio, al que niegan su derecho a defenderse. Sin ninguna diplomacia, la señora Clinton sostuvo que lo que su Gobierno había decidido es que Bashar Al Assad fuera derrocado. En nombre del “humanitarismo” y la “democracia”, por supuesto.

Son miles y miles los niños asesinados en los bombardeos de la OTAN o en forma atroz por los mercenarios, que utilizan esta organización para encubrir la presencia en acciones terrestres de sus “fuerzas especiales”.

Son miles y miles los niños asesinados en los bombardeos de la OTAN o en forma atroz por los mercenarios, que utilizan esta organización para encubrir la presencia en acciones terrestres de sus “fuerzas especiales”. Es necesario que el mundo diga BASTA a las guerras coloniales en Medio Oriente, África del Norte, Asia, Europa, disfrazadas de supuestas “guerras civiles”, como lo estamos viendo en Siria.

Llamar guerras contra el terrorismo a las guerras para usurpar territorios y controlar recursos en un proyecto de expansión imperial global es uno de los argumentos más perversos en la historia del mundo.

La mayor acción terrorista de estos tiempos son las invasiones militares que protagoniza la OTAN con sus hordas mercenarias sobre países indefensos frente al poder militar de las potencias. Estas utilizan nuevas tecnologías, las armas y los equipos más sofisticados de todos los tiempos.

La mayor acción terrorista de estos tiempos son las invasiones militares que protagoniza la OTAN con sus hordas mercenarias sobre países indefensos frente al poder militar de las potencias.

En tanto, los medios del poder hegemónico, marcando agendas y pautas que se incluyen en las noticias del mundo, controladas en un 95% por el Pentágono estadounidense y sus asociados de Europa, mantienen la guerra psicológica en actividad permanente, mediante el bien llamado “terrorismo mediático”.

El periodismo, sea de derecha o de alguna presunta izquierda perdida en laberintos y ambigüedades, no puede continuar llamando “guerra civil” a lo que sucede en Siria. Nunca lo fue. Desde el principio, en 2011, fue una invasión imperial disfrazada de ejércitos “sirios libres”, constituidos en Londres o París, asimilables con lo que fueron los “contras” nicaragüenses en los años ochenta, desde sus bases en Honduras, contra la Nicaragua sandinista, a los que los Gobiernos de Estados Unidos llamaban los “combatientes de la libertad”.

¿O ya se olvidaron de los crímenes atroces en las aldeas nicaragüenses cercanas a la frontera con Honduras? ¿Es tan fácil olvidar el horror? ¿Es tan difícil no reconocer el rostro del fascismo en todo lo que está sucediendo?

Cuando Estados Unidos anuncia el envío de armas a los “disidentes” sirios, ¿de qué está hablando? Cuando los invasores se encuentran como “amigos del pueblo sirio” para reunir fondos millonarios destinados a pagar los sueldos de los mercenarios y comprar más armas, como lo dicen abiertamente, ¿puede tratarse de una confrontación civil?

Libia fue un poderoso ensayo del uso de las fronteras para sembrar un escenario de supuestos “disidentes”, que son en realidad mercenarios bajo control de fuerzas especiales.

En noviembre de 2010, el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, admitía haber enviado a la zona fronteriza de Libia a la CIA y las Fuerzas Especiales, especialistas en contrainsurgencia y guerras sucias.

Y, si algo faltara, hay que recordar aquella declaración del general norteamericano (ya retirado) Wesley Clark, quien en marzo de 2007 relató a la periodista Amy Goodman, de Democracy Now, que se había enterado con asombro que la administración de George W. Bush pensaba invadir y ocupar siete países en cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudan e Irán.

En los últimos días, ante la tragedia de los migrantes, el dirigente de Podemos en España, Pablo Iglesias, denunció a la radio española Cadena Ser que las políticas “militaristas de la Unión Europea y Estados Unidos, avivaron las llamas de la guerra y crearon el terrorismo en Medio Oriente”.

Más aun, sostuvo que “los gobiernos más conservadores de Estados Unidos lo que han traído es destrucción, inestabilidad y terrorismo, porque los que están detrás del surgimiento de grupos como ISIL (ejército islámico) son aquellos que han avivado con gasolina el fuego de los conflictos”.

Es necesario recordar que la dirigencia de Al Qaeda, una organización surgida de la mano de Estados Unidos en Afganistán (los talibanes) para luchar contra la Unión Soviética en ese país, eran enemigos acérrimos de Saddam Hussein en Irak. ¿Cómo ingresaron a ese país? Sencillamente, de la mano de la OTAN, cuando ya habían ocupado Irak y fueron transformadas en la fuerza mercenaria de élite en todas las operaciones de guerra sucia, que tanto Estados Unidos como la Unión Europea e Israel realizaron hasta ahora contra los Estados no confesionales de la región.

¿Y qué decir de la aparición de un día para otro del Ejército Islámico, armado hasta los dientes y no con viejos fusiles, sino con flotas de vehículos nuevos, tanques, misiles, armas químicas, helicópteros, aviones? Además, cuentan con estudios de TV y la indispensable ayuda de Arabia Saudita, los traidores y entregadores de sus hermanos árabes.

Los supuestos “fundamentalistas islámicos” que envían videos del horror, con degollamientos filmados y prácticas de torturas –que escasos pero honestos periodistas europeos han denunciado– y que han producido matanzas de una crueldad inimaginable, ahora también se dedican a “desaparecer” todos los sitios patrimonio de la humanidad, como han hecho en Irak, en Libia, ahora en Siria, destruyendo la maravillosa ciudad-reliquia de Palmira.

Esta es la evidencia más acabada de que, detrás de la creación del ISIL –que asombrosamente “no pueden detener” todas las fuerzas militares de la potencias involucradas en el lugar–, hay sectores de inteligencia para imponer un diseño de recolonización y dominio que obedece a un proyecto muy superior al que pueden tener como objetivo los brutales mercenarios.

Nada menos que destruir, volar en pedazos la memoria, la identidad de los pueblos, las huellas mantenidas durante siglos, lo que también significa implosionar la memoria de la humanidad.

La destrucción de ruinas históricas, de ciudades como Palmira, el robo de los tesoros de la Biblioteca de Alejandría y la voladura de tantos sitios históricos no puede ser un objetivo de brutales “hombres de paja” del mercenarismo.

¿Qué diríamos nosotros si entraran en nuestros países haciendo volar por los aires las pirámides en México, el Cuzco, los recuerdos culturales de nuestro continente? Diríamos que vienen con todo, borrando toda huella cultural, para que la colonización sea perdurable.

Sería el gran sueño del Gobierno de Israel el “Medio Oriente Ampliado”, ocupado, despoblado gracias al mercenarismo y las bombas, y sin un dejo de la memoria cultural que hace a la identidad de los pueblos y a sus proyectos de liberación.

Si los gobiernos europeos quieren una solución humanitaria, esta no es “repartirse refugiados” o hundir barcos que intenten transportarlos cuando huyen de la guerra. Deben elegir la solución humanitaria real, que significaría abandonar la ilegal ocupación colonial en esa región y detener la matanza de pueblos.

Si los Gobiernos europeos quieren una solución humanitaria, esta no es “repartirse refugiados” o hundir barcos que intenten transportarlos cuando huyen de la guerra. Deben elegir entre “la solución final”, que parece ser el proyecto de estas cruentas invasiones, o la solución humanitaria real, que significaría abandonar la ilegal ocupación colonial en esa región y detener la matanza de pueblos agredidos y la pavorosa destrucción de esos países. Mientras Europa siga avanzando detrás de las necesidades geoestratégicas de un imperio en decadencia, que propone una dictadura global, o de los sueños fascistas del Gobierno israelí de extenderse sobre todo Medio Oriente, lo que supone nuevos genocidios en la región, las víctimas seguirán llegando masivamente exigiendo protección a los responsables de su tragedia. Y no habrá muro que resista.

(Tomado de Diario Contexto)

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Stella Calloni
Periodista, escritora, ensayista, poeta e investigadora argentina. Es vicepresidenta del Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos e integra el Instituto Espacio para la Memoria. Publicó varios libros de poesía y cuento, entre otros Los Subverdes (1975), Memorias de trashumante (1998) y El hombre que fue Yacaré (1998). También cuenta con varios ensayos. (Entre Ríos, Argentina)