Jaime Serra es considerado el infografista más influyente de las últimas dos décadas en el mundo del periodismo. A partir de uno de sus trabajos, conocido como “La ballena franca”, creó una nueva forma de hacer periodismo visual.
Por Juan Colombato
Antes, los gráficos parecían todos iguales. A partir de Jaime Serra, cada infografía puede mostrar una noticia diferente a la otra por su enfoque y presentación visual; cada imagen puede transmitir un mensaje característico de esa información.
Jaime Serra llevó sus conocimientos de periodismo y códigos universales al límite para crear obras que introducen al lector en ambientes más accesibles.
Hace más de tres años transita en la “infografía de opinión”, género inédito hasta entonces en el periodismo, crea obras que mezclan lenguajes de la comunicación entre el periodismo y el arte. Muchas de estas columnas de opinión, actualmente, trascienden los soportes de la comunicación para ser
exhibidos en exposiciones de arte. En la actualidad es director adjunto de La Vanguardia (Barcelona) y director de gráficos del mismo diario. Su trayectoria abarca consultoría y formación de equipos de infografía en los medios más importantes del mundo.
En una charla con este diario, Serra cuenta sus inicios en el cómic, cómo entiende la infografía, su aporte fundamental en el periodismo actual y como artista plástico desde su visión del periodismo subjetivo.
Con tan sólo 10 años, sus manos recibieron de su padre el número 1 de Spiderman . Y su cabeza hizo un clic. La fusión entre dibujo y texto empezaba a invadir su vida. Sus primeros trazos fueron con tinta china sobre papel satinado, buscaba la pureza en la imagen.
–Empecemos desde el principio, ¿cómo puedo conocer a Jaime Serra antes de que fuera Jaime Serra?
–Cuando tenía 13 años sólo quería ser dibujante de cómic. Me la pasaba dibujando a esa edad. Yo quería publicar, hasta que lo logré. Publiqué en Divo y Cairo , en la época que en España esas revistas no eran muy conocidas.
– Si tuviéramos que hablar de tu iniciación en la infografía, ¿creés que se lo debés a tus orígenes en la historieta?
–Cuando yo estaba metido en la historieta quería estudiar diseño, no arte. Así estudié diseño cuando quería dedicarme al arte. No sé por qué, algo me hacía pensar que la herramienta iba ser el diseño. Yo pensaba: ¡qué bueno está el diseño si no fuera por los temas que hay que tratar!
– Pero en esa época no te referías al diseño periodístico, sino al diseño de marca, diseño gráfico al fin, ¿no?
–Claro, diseño gráfico. Me gustaba mucho el resultado formal del diseño, la limpieza, el estilo, los pictogramas… Lo que no me gustaba era la finalidad, que pasaba por el mercado. Siempre tenía la idea: ¿cómo utilizar el diseño con un contenido libre? Porque siempre era muy estricto, muy rígido… Eso era lo que yo pensaba era cuando tenía 18. Ya había abandonado los cómics.
– ¿Qué te gustó de aquella primera “Spiderman” que recibiste?
–Esto fue a fines de los ’70, y en España el cómic fue muy importante. Antes de que España fuera culturalmente lo que es hoy, en Barcelona hubo una movida del cómic muy fuerte. Y por suerte se me pasó pronto lo del cómic, porque nadie vive de eso. Mucho trabajo y poco dinero.
ENCUENTRO CON LA INFOGRAFÍA
Cuando Jaime Serra se encontró con la infografía, se maravilló con Nigel Holmes, que era el director de gráficos en USA Today y en Times Magazine . Encantado con esta forma de hacer periodismo, ingresó en El Periódico de Cataluña, donde inició sus primeros pasos y adquirió sus primeras armas para luego enseñarle al mundo que las noticias se pueden contar de otra manera.
Para los Juegos Olímpicos de Grecia, en 1992, realizó una serie de ilustraciones a mano en la que los gráficos de los deportes estaban hechos en “ scratchboard ” (técnica que elimina la tinta del color negro para exponer arcilla blanca mediante una herramienta afilada), que simulan las cerámicas antiguas de Grecia. Le dieron un oro en los premios Malofiej, considerado el Pulitzer de la infografía. En aquella época ya había, de una forma un poco inconsciente, una voluntad de llevar la cuestión estética y convertirla en ética. Había una búsqueda por convertir la forma en contenido.
Un poco más tarde, en Clarín , terminó por definir su estilo revolucionario.
– En “El Periódico”, de Cataluña, seguías el estilo del diario, ¿cómo cambió tu estilo cuando entraste a “Clarín”?
–A mí me interesaba emplear la técnica plástica. Estaba cansado de trabajar con el ordenador. Me gusta trabajar a mano y acabar el dibujo de determinada manera. Esa idea fue madurando y cuando llegué a Clarín , lo que me permite hacer todo eso es que no había parámetros. Así que pensé: ¡Voy a replantearme todo lo que estos años venimos definiendo! Y es ahí donde apareció esta idea y la de hacer un estilo personal. Y en un año y medio, estaba todo hecho.
– Tuviste una búsqueda.
–Sí, claro, hubo un trabajo intelectual por detrás. Yo quiero hacer lo que me apetece, pero quiero hacer periodismo. Yo quiero explicar con la infografía.
– También veo en tu trabajo que aparecen temas que antes no eran muy explotados.
–La inquietud, que es algo muy de periodistas pero que no se enseña en ninguna universidad, es lo que me daba esta necesidad de plantear otros contenidos.
– Me permito traer uno de tus trabajos para ejemplificar mejor. En la infografía del mate, por más que vos estás respetando la información rigurosa, por el hecho de trabajar los elementos de manera más artística estás opinando. ¿Se puede decir eso?
–Lo que pienso es que de esa manera estás interviniendo, participando de esa información. De una manera uno pone su huella, ¿no?
– Y eso surgió a partir de la ballena (la infografía elegida como la más influyente de los últimos 20 años). Porque ese gráfico marcó un antes y un después a la hora de hacer una infografía.
–Sí, yo no veo claro cuál es el después que marcó… Lo que sí veo es que hoy todo se trabaja con el ordenador, con la computadora, más que nunca antes. Los que no lo hacen son bichos raros, como tú, igual que “Josemi” Benítez ( El Correo ), Adolfo Arranz ( SCHMP , diario de China).
– Y al recibir el premio contaste que habías realizado el gráfico en un cuartito muy pequeño y oscuro…
–En una despensa. Yo vivía en el barrio de Once, en Buenos Aires, y tenía una cocina con un cuarto muy pequeño, de un metro por un metro, en donde se guardaba la mercadería, y puse una tabla y lo hice. No era un lugar de trabajo. Estuve seis meses en ese piso y no me dio tiempo para montarme un estudio.
– Un valor agregado en tus trabajos es que usás elementos para abordar el tema y para atrapar al lector. Por ejemplo, la infografía de la “autopsia del asesinato de Cabezas”, de 1997.
–Se usó una imagen de un muñeco de madera para no entrar en lo escabroso de un cadáver calcinado, como era ese caso.
– En esa noticia hubo una serie de trabajos en los que combinabas diferentes técnicas. Como por ejemplo, una escena del crimen con muñequitos de Playmobil.
–En esa época no había 3D, entonces había que probar y buscar un resultado un poco más impactante para el lector. Hay mucho de diversión, y se nota. Trabajábamos un montón de horas, pero la estábamos pasando muy bien. Entonces se te ocurrían cosas nuevas. A mí me hace gracia cuando dicen: “El lector, nuestros lectores”, como si fueran de tu propiedad. En realidad, el lector eres tú. Qué es lo que a ti, como lector que eres, te gustaría ver publicado en un medio de comunicación es un buen parámetro para trabajar.
– La importancia de la infografía en la comunicación es tanta que ya se considera imprescindible cuando tenemos que explicar algo.
–Eso ocurre en la visualización de datos. Si tú tienes todos esos datos en periodismo y no lo puedes traducir a lo visual, no te sirven de nada. Es uno de los problemas que está empezando a pasar con el big data (*). Se recoge tal cantidad de información que es excesiva para procesarla. Entonces, si no puedes visualizarla, no sirve de nada. Y la visualización de datos es una forma de hacer infografía. Allí es fundamental.
– Pero estamos verdes con el “big data”. Es difícil darles efectividad a las visualizaciones. Falta más edición multidisciplinaria, visuales, eruditos y programadores.
–Muchas de las visualizaciones que se hacen no tienen como finalidad la divulgación general. Y no hay una edición, es toda la información que se convierte en una imagen. Porque si no, es ciertamente incomprensible. Pero no es periodismo, al final, es una rama científica.
– ¿Se podría decir que “The New York Times” no hace periodismo en sus infografías? Digo por la cantidad de gráficos estadísticos cercanos al “big data”.
–Hacen visualización. No cualquier cantidad de datos es interesante como periodismo. Pero no, The New York Times no sólo hace periodismo, sino que hace el mejor periodismo en gráficos que se hacen hoy.
– ¿El periodismo es objetivo?
–No, porque interviene el ser humano. El periodismo es subjetivo. Siempre interviene el hombre, y mientras más interviene la mirada del hombre, más subjetiva es. Pasa por el individuo y lo procesa de una manera. Así, tú tomas datos, haces una gráfica, los agrupas, los desagrupas por sexo, por edades. Cuanto mayor sea la intervención, mayor será la subjetividad.
– Se trata de manejar los datos, pero en definitiva, la infografía requiere mayor precisión.
–Pero no sólo los datos, la palabra, la mirada. Es cierto que la infografía puede ser el periodismo de más precisión, porque es una representación de origen científico. Este es un mapa, la fotografía es un hombre mirando; y la palabra es muy poco precisa. Y la infografía muchas veces no la podemos hacer porque tienes que representar algo muy concreto que son los datos y los datos no opinan. Pero también hay niveles.
– ¿Creés que los gráficos pueden opinar a partir de tu trabajo sobre los salarios en Argentina, elaborado con la imagen de un pan en rebanadas?
–No, eso es anterior. Uno va creciendo, va madurando. Lo que hacía Nigel Holmes tenía un nivel de subjetividad enorme. Muchos de sus dibujos, que a veces son graciosos, son una serie de mensajes que a él le parecen con sentido del humor. Lo del pan es como Nigel Holmes, pero es la imagen la que está mandándote el mensaje. Es una fotografía, lo cual es diferente a una caricatura. Cuál es la diferencia entre hacer una torta en forma de círculo o hacer una torta en forma de pan: una fotografía.
Las columnas de opinión
Ahora transita por los múltiples caminos de las columnas de opinión. Allí deja su impronta artística, su sello humorístico y su huella periodística. Ensambla piezas de un modo tal que finalmente terminan expuestas en galerías de arte.
– Pasemos a otra etapa de tu carrera, más actual. Contame sobre las columnas de opinión que publicás semanalmente en “La Vanguardia”, tituladas “Una paradoja dominical”.
–Es un proceso. Llego a esto por todo lo que venía haciendo. Aunque, en la actualidad, hacer la columna es un conflicto. Soy una persona muy estricta, ¿qué es periodismo, qué es arte? Y el periodismo no es arte, para mí. No puede ser arte, y esta columna está justo en el borde.
– ¿Y cómo te adaptás para llevar a cabo una columna en los tiempos del periodismo?
–Todo el tiempo estoy pensando en ellas. Anteayer estaba leyendo un libro de Williams S. Burroughs, que a mí me parece una influencia total, y hablaba de que quien controla la subjetividad es el espacio de poder, y es quien tiene el poder. Y con ese concepto, yo le hice una traslación gráfica. Entonces estás todo el tiempo en eso. Estás en el cine, y te viene una idea. Cuando un trabajo te apasiona, no hay horarios. Estás trabajando todo el tiempo.
– ¿Y sos consciente del cambio que se produjo a raíz de esta forma de contar historias desde lo artístico o lo subjetivo? ¿Lo que lograste a partir de eso?
–No lo sé, porque cuando te pones muy al límite, pasa a ser un nuevo género. La pregunta es evidente, ¿eso será periodístico? ¿Se me habrá ido la mano, estaré en otro lugar? Y te queda la duda. Porque luego hay colegas que me dicen: “Es el periodismo que necesita el papel ahora que la gente se va directamente a la Web”. Hay una cosa que es cierta. Para comprar el diario, le tienes que dar algo que nadie más te lo va a dar. Si no compras el diario papel, no lo vas a tener. Ese es un valor añadido. Hay otros colegas que te dicen: “Ah, pero esto es periodismo sin dudas. Es el periodismo humano que hace falta”. Yo leo esas cosas y me quedo alucinado. Pues cuando tú estás ahí haciéndolo, no tienes mucha perspectiva, lo haces y listo.
– Hiciste una columna que sólo era una composición de determinados colores, que era la traducción de un poema de Rimbaud. Es una infografía, aunque no tiene texto.
–Sí lo es. La mejor infografía debería ser la que no tiene texto. Es perfecta. Lo que pasa es que es imposible, lo necesitas. Pero yo no sé si esa es una infografía. Es una traslación de las palabras a colores. De un código de comunicación, a otro.
– Y en los casos de columnas que muestran datos, estadísticos o descriptivos de algo, ¿son verídicos?
–¿Y eso es relevante para la idea? Si te fijas, los datos son comunes y tendrás que creer en los datos del autor, pero lo importante es la reflexión de ese gráfico. Porque, aquí de nuevo, creo que no es relevante que lo sean reales o no. Yo creo que a la gente le gusta pensar que son ciertos. Yo no digo que no lo sean.
– Una de las razones de que la gente crea que son ciertas es porque salen en la sección “Tendencias” (Sociedad). Si las columnas salieran en “Cultura”, la gente haría otra interpretación.
–Sí, pero está como “opinión”. Es opinión, no es un reportaje. La opinión es un género.
– Pero en definitiva es algo diferente y logra su objetivo de comunicar.
–Pero muchas veces es como cuando te cuentan un chiste que se entiende pero no tiene gracia. Y muchas veces dices: no lo entiendo. Y no es que no lo entiendes. No hay nada que explicar, te lo conté y no te hizo gracia. Ah, bueno. Y es que no era para ti. Y yo me doy cuenta de que no es un trabajo de masas, para todo el mundo. Y no todos los medios son para todo el mundo. Aunque eso con la infografía no debe pasar. A la infografía periodística la debe entender todo el mundo. Pero los artículos de opinión, de finanzas, yo no las leo, no me interesan. Y como yo, hay mucha gente.
(*) Big data : datos masivos o a gran escala.
Tomado de La Voz del Interior