Escuchar a la respetable doctora Nuria Grégori Torada, directora del Instituto de Literatura y Lingüística, desgranando, para ilustrar su explicación, una sarta de «malas palabras», es para sacarle los colores a cualquiera.
No obstante, persisten los «terroristas verbales», al decir de la doctora Nuria Grégori.
Sobre todo al verla con su collar de perlas, su elegante compostura y sus labios tan bien pintados. Pero a ella le sucede como a los médicos, que no se sonrojan por ver la más recóndita desnudez de sus pacientes.
La también Presidenta de la Asociación de Academias de la Lengua Española, conoce a esa lengua como a su familiar más allegado, en sus secretos resquicios y también en las novedades que ahora mismo le están retoñando.
En 1616, la parroquia de San Sebastián de Madrid fechó el fallecimiento de Don Miguel de Cervantes, y con tal motivo el Instituto Cervantes propuso conmemorar cada 23 de abril el Día del Idioma, para celebrar la importancia del español como lengua.
A propósito de tal celebración, la doctora Grégori, Miembro Fundador de la Asociación de Lingüistas de Cuba, asegura en exclusiva a CubaSí que nuestra lengua materna goza de una riqueza extraordinaria.
No obstante, aclara, «hay personas en todas partes del mundo que tienen un léxico muy pobre debido a que no han estudiado o a que no practican lo aprendido. En el caso nuestro –que aquí no hay analfabetos, todos tienen acceso a la educación y a la cultura, y pueden llegar a ser lo que quieran siempre que se esfuercen por hacerlo–, es una pena que algunas de esas personas con esas posibilidades, tengan un lenguaje no solo pobre, sino marcado por groserías y la mala forma. A veces hemos llamado a eso violencia verbal. Son terroristas verbales, porque atentan contra las otras personas.
«Más que un problema lingüístico es un problema de actitud, de conducta social, que se expresa a través del lenguaje. Las personas a través del lenguaje expresan quiénes son».
Merecedora el pasado octubre del Premio José Vasconcelos, del Frente de Afirmación Hispanista de la Academia de Ciencias de México, la entrevistada, al abundar en el tema de las groserías o «malas palabras», ejemplifica con el vocablo p…, el cual, lamentablemente, se ha ido haciendo acompañante habitual de no pocos hablantes, y muy recientemente hasta ha titulado algún que otro comentario en las redes sociales y en sitios web.
Refiere que en una oportunidad en que Gabriel García Márquez visitó el instituto que ella dirige, el escritor se interesó por la mala palabra con más sinónimos en español. Resultó ser precisamente esa, con más de 140 equivalentes. Al escuchar la respuesta, el Gabo asintió como si no le sorprendiera y comentó a Nuria: me lo imaginaba, es el machismo.
Acerca de esos y otros males del idioma, esta profesora es categórica al asegurar: «No hay que echarle la culpa a los jóvenes. Recuerdo que una vieja maestra contaba que en unas cavernas habían encontrado unos jeroglíficos del siglo X antes de nuestra era, y cuando los expertos lograron descifrarlos, encontraron que decían “la juventud está perdida”. Quiere decir que siempre se ha intentado culpar a las generaciones más jóvenes, y eso no es justo.
«Yo no creo que sea un problema de los jóvenes. El lenguaje juvenil se caracteriza por tener formas muy específicas, por eso precisamente se llama lenguaje de jóvenes. Y cuando pasan a adultos, van cambiando sus concepciones y con ellas, también su lenguaje. Los especialistas han estudiado mucho sobre eso».
Aunque los jóvenes no sean culpables, tampoco la culpa es del totí, rescatando la conocida frase, de ahí que la profesora Grégori, también vicepresidenta de la Sociedad Económica de Amigos del País, aclare:
«tenemos que verdaderamente llamar la atención sobre los problemas estos de conducta social que se expresan a través del idioma».
Hay veces, ejemplifica, en que acudes a hacer una gestión y te preguntan «dime, mi vidita, ¿qué tú quieres?». Esa no es forma de dirigirse a una persona desconocida, a un cliente. Y cuando le llamas la atención, se asombran y te dicen: «¡pero si la estoy tratando de lo más bien!». Mamita se le dice a la mamá, o a una persona muy cercana, pero nunca a un desconocido.
«Creo que tenemos que llamar la atención sobre esto. Porque en nuestro país y en otros que han ido ampliando el acceso a la educación y a la cultura, no hay motivo para estas formas. Y tenemos que trabajar sobre la sociedad, sobre los niños, las familias, las escuelas, los medios de difusión, que juegan un papel muy importante.
«Los medios llegan a todas partes, y hay que trabajar para que orienten a las personas de cómo es la mejor forma de tratarnos entre nosotros, de querernos y respetarnos».
Al pedirle un diagnóstico sobre la salud del idioma español, recuerda que es hablado por unos 500 millones, para ser la segunda lengua más usada en todo el mundo, y sentencia convencida que: «Su salud es perfecta, todos los días aparecen nuevas voces; los hablantes de la lengua son quienes la hacen creando cada día nuevas palabras.
«Son esos hablantes –abunda– quienes crean las palabras, no las academias; estas se nutren de la sociedad, de la prensa, los libros, los científicos…, del pueblo, para asumir esas palabras que van surgiendo».
Con respecto a esa riqueza, marcada por modismos, mezclas, innovaciones e incorporaciones, la interrogo acerca de los anglicismos recientemente aprobados por la Real Academia y particularmente asociados a las nuevas tecnologías, así como los que podrían agregarse a la norma cubana a raíz de la normalización de relaciones con el vecino de habla inglesa.
«Esas palabras que entran en la lengua, extranjerismos, fundamentalmente son anglicismos porque los que crean o difunden las nuevas tecnologías son esencialmente de Estados Unidos. Antes, los vocablos que se sumaban eran de origen francés o latino, pero la lengua ha evolucionado.
«Además, hay que tener en cuenta otra cosa: en Estados Unidos la lengua que más se habla después del inglés es el español, por los millones de hispanohablantes que viven allí; y ya existe en el idioma inglés, y así lo ha podido reseñar la Academia Norteamericana de la Lengua Española, una cantidad de palabras, hispanoestadounidismos, que se están incorporando también al idioma inglés. Es algo normal».
Si el querido Cervantes reviviera y se sumara a este diálogo nuestro, ¿nos entendería bien? –le pregunto a Nuria, y ella, con una elocuencia en sus verdes ojos que hablan tanto como el español que tanto ama, no duda en afirmar convencida:
«Cervantes nos entendería perfectamente, y le diría a Sancho: vamos bien, muy bien».
Fuente: Vladia Rubio – CubaSí